sábado, diciembre 31, 2005
Tres poemas de fin y comienzo de año
el árbol es la distancia entre el eco y su sombra
1.
Si te persiguiera con la velocidad de un árbol
qué pasaría, qué llegaría
a esa sombra que te alude que te elude y que te nombra
dónde estaría con el calor de un silente cazador
Si te huyera con la velocidad de un árbol
dónde hallaría la fruta con sabor que arde
con qué luz si la sombra alumbra como una madre
Si te respirara con la velocidad de un árbol
me quedaría a oler el sándalo,
hablaría con las voces del relámpago en la copa.
qué empezaría
qué terminaría
2.
Acércate, trata de escuchar esa madera,
esa melodía sin preguntas
una palabra enorme labrada de tierra
oye madera, madera oye
el cuerpo de flautas y flores
dale oreja al rumor de cántaros
el metal del viento, de pájaros
de vuelo lento,
oye madera, madera oye
caracol de aire que silba entre las ramas
su verde caballería de hojas que llama.
Déjales el eco con tu silencio de semilla
duerme debajo de su sombrilla
oye madera, madera oye
el tejado del árbol, sus ventanas
la madera es luz
es luz sembrada.
Rafael Acevedo. Cannibalia.
En memoria de George Open
En San Francisco, ese invierno,
había una tienda pequeña y oscura
llena de Budas adormecidos.
La tarde en que entré
nadie vino a recibirme.
Me quedé parado entre los sabios
como si tratara de leer sus pensamientos.
Uno era enorme y hecho de piedra.
Otros eran del tamaño de la cabeza de un niño
y tenían manchas del color de la sangre seca.
Incluso había algunos no más grandes que un ratón
y parecían estar escuchando.
“Los vientos de marzo, negros vientos,
los arenosos vientos”, escribió el poeta muerto.
Al atardecer su calle estaba vacía
excepto por mi larga sombra
abierta ante mí como tijeras.
Estaba su casa donde conté la historia
del soldado ruso,
del que parecía chino.
Yacía herido en la cama de mi padre
y le llevé agua y fósforos.
Por eso me dio un pequeño tigre
de marfil. Su boca estaba abierta por la furia,
pero no le quedaban rayas.
Recuerdo la noche que le pinté
de negro los ojos, la boca de rojo.
Mi madre me sostenía la lámpara,
preocupada por la suerte
que esta bestia podría traernos.
El tigre en mi mano gruñía suavemente
cuando estábamos solos en la oscuridad,
pero cuando acerqué mi oreja a la puerta del poeta
esa tarde, no escuché nada.
“Los vientos de marzo, negros vientos,
los arenosos vientos,” escribió una vez.
Charles Simic. Hotel Insomnio*
Lamento del replicante
All those moments will be lost in time like tears on the rain. Time to die.
Blade Runner
Después de las intervenciones, el paciente se siente.
Posee dos brazos y dos piernas.
Intenta evadir a las fieras una y otra vez,
pero halla una carta trapeada
en medio de todos los caminos.
Tiene una boca que balbucea cuando emite palabras
y los ojos, qué podría hacer sin la dicha de ver
como se lo dictan sus dioses.
Tiene una espalda sobre la que se tiende
Para aliviar la injuria suave de los días
y la piedad es un vocablo humano que se permite el cuerpo,
un manierismo prosaico,
que en los momentos más inusitados
recuérdale que existe el mar.
El corazón no le basta para sostener
un cuerpo acariciado para siempre
con la punta del roce de dedos inexistentes.
Los ojos eran dos túneles de viento
queriendo desafiar el momento
en que los deslumbrara la muerte;
la boca era una herida cascada de guayabas.
Lo demás es el oído, temblando,
tensado para el salto, olvidando a aquel tigre
de la floresta espesa en una selva demasiado verde, musical.
Las pezuñas veloces se hundían precisas
sobre la jungla o la marisma,
evadiendo las trampas de los cazadores
y queriendo aprender el principio del vuelo
que conformaba el arco del ala de algunos pájaros.
Nadie más que yo pudo guardar esa virtual memoria
de un cuerpo hecho para dos besos: nacer, morir.
Aurea María Sotomayor. Diseño del ala
viernes, diciembre 30, 2005
jueves, diciembre 15, 2005
Cuando estés en el sur, Mauk
martes, diciembre 06, 2005
Los elefantes dormidos
Estoy en un helicóptero
Rumbo a una isla
Aterrizamos
en un helipuerto sobre la copa de los árbolesNo se ve la tierra de la isla
Solo copas de árboles y puentes colgando entre árbol y árbolA lo lejos, desde lo alto, el mar
Le pregunto a alguien
por qué no podemos bajar a la superficie
Me dice que la isla
está llena de elefantes dormidos
Si bajamos, se despiertan
Estas anotaciones son de un sueño que tuve hace mucho tiempo. Tengo una libreta específica para eso. Ya lo había comentado en otro post. Si no fuese por esa libreta no me acordaría de los sueños. Ustedes y yo sabemos eso. Sin embargo, lo interesante del caso es que ése sueño en específico quizá no se me hubiera olvidado por lo raro de las circunstancias. ¿En un helicóptero? ¿A una isla? ¿Elefantes dormidos? Aunque no recuerdo esa imagen en el sueño, siempre me imagino todos estos elefantes dormidos aglutinados entre férreos troncos de árboles.
Un amigo me llamó por teléfono y me comentó que tuvo un sueño muy raro. Al describirme el sueño, éste fue su relato:
Sí. Es la inversión de mi sueño. La versión del suyo. Llegó a una isla llena de elefantes dormidos en las copas de los árboles. Decidió ilustrar la imagen por las mismas razones por las cuales yo estimo que no se me hubiera olvidado el mío: ¿A una isla? ¿Elefantes dormidos? ¿En las copas de los árboles? Sin embargo, optó por la perspectiva aérea de la llegada en helicóptero.
Ilustración: "Elefante II", Alex García
lunes, diciembre 05, 2005
Las Tumbas: un buen arreglo
[En la radio casi no escuchamos sus canciones. Sus rostros no aparecen en las portadas de las revistas. Aun así, las bandas de reggae de la Isla deben ser contempladas detenidamente. En esta escena se fragua la calidad musical de los herederos de la salsa y las raíces caribeñas. Habiendo tanto talento entre los jóvenes que eligen el reggae como género de creación, vale la pena examinar qué tienen que decirnos estos músicos, por qué el reggae, y cuáles son sus opiniones acerca del Puerto Rico que les ha tocado vivir.
Carmelo es el líder musical del grupo: escribe las líricas, canta y, por si fuera poco, toca la batería. “Sin Carmelo no hay Gomba”, explica Alberto. No es fácil encontrar un músico capaz de tocar la batería y cantar a la vez. Sin embargo, en la escena del reggae local podemos identificar cuatro bateros que también vocalizan: Boris Bilbraut, de Cultura Profética; Ismael Cancel, de Bayanga; Joel Pierluisi, de Umoja, y Carmelo, en Gomba. En los últimos dos casos, el batero es el vocalista principal. “Esto demuestra el gran potencial musical que tenemos en la Isla”, expresa Carmelo, quien consideró dejar la batería para ser sólo la voz de la agrupación porque, como cuenta, “pensé que iba a ser bien fuerte, pero gracias a la experiencia he creado bastante resistencia. Quitarme de lleno, creo que es imposible porque tengo mucho que decir con la batería también”.]
Gomba lanzó hace poco su segundo elepé, "Convicción" (2005),que contiene el número de "Las Tumbas". Durante el 2006 saldrá su nuevo disco "Identidub".
Quisiera hacer una nota sobre los arreglos musicales en versión reggae que están haciendo las bandas de la isla, como ésta de "Las Tumbas" y la versión de "Lo de más", de Silvio Rodríguez, que adaptó Cultura Profética para su último elepé, "M.O.T.A" : Sigan haciéndolos.
Foto de José Madera.
Orsai: una tura
sábado, diciembre 03, 2005
viernes, diciembre 02, 2005
Breve sobre écfrasis
Son muchas las referencias en la literatura hispánica sobre escritura y pintura como materias homólogas. En la obra cumbre de la literatura española, Don Quijote se expresa con arbitrariedad sobre las disciplinas pictórica y literaria. En el capítulo LXXI de la segunda parte de la obra, el Quijote le dice a Sancho: “De esta manera me parece a mí, Sancho, que debe de ser el pintor o escritor, que todo es uno, que sacó a la luz la historia de este nuevo Don Quijote que ha salido; que pintó o escribió lo que saliere” (Cervantes:823). La equivalencia entre pintura y escritura en la obra de Cervantes ha sido estudiada minuciosamente en años recientes(Riley: 102).
Por muchas generaciones, la crítica se acercó al concepto de menera prescriptiva (la poesía debería ser como pintura) más que analógica (poesía, como pintura, actúa de determinada manera). Existen trabajos críticos que podrían considerarse pioneros en la problematización del concepto, como por ejemplo el de Gotthold Ephraim Lessing, quien en el siglo XVIII escribió “An essay on the limits of Painting and Poetry”, en el que analiza las diferencias de aproximación a ambas disciplinas y las fronteras del epítome clásico (Lessing: 553).
Sin embargo, durante el siglo XX los acercamientos críticos al concepto también denominado como “écfrasis” han procurado problematizar y complejizar el tópico horaciano. En su ensayo “El arte verbal de los poetas pintores: Blake, Rousseau y Klee”, Jakobson expone que existe una “notable analogía en el papel de la gramática en la poesía y la composición pictórica, basada en un orden geomértrico latente o patente en una rebelión contra las disposiciones geométricas” (Jakobson: 132). Como ejemplo de la complejidad crítica de la expresión pictórico-poética, el teórico realiza diágramas matemáticos que señalan paralelismos geométricos entre la representación de elementos en las pinturas de Blake y cómo concuerdan con la distribución de los sustantivos en el poema, que denotan los elementos pintados.
Los nombres que desnombran
martes, noviembre 29, 2005
Cuando la muerte acecha
Enero, 2005. José María Lima, en conversación con Mara Pastor sobre los poemas “Dispuse las distancias a tiro” y “¿Qué trueno maldito de antemano,” de La sílaba en la piel, Qease, 1982.
domingo, noviembre 27, 2005
Donde miente la verdad
me renombra. Yo no soy un nombre.
La calle está limpia de hojas.
Perros deambulantes invaden el parque.
Mi patio trasero no podría ser
más hermoso
que las sombras que diferencian
entre lo que dices
y el escape de las sombras
detrás de las palabras.
Sol y sombra.
Verdad que soy amado.
Se dice que el perro guardían
nunca morderá
a menos que el silencio lo llene.
Cierto, no soy amado.
Escucha lo que dices.
Vigila la sombra.
Te cubre la boca.
¿Quién te enseñó a abrir la boca
en contra de la caricia de una
sombra inexacta?
No puedo imaginar una lengua
sin una boca para mentir.
Mintiendo en tu boca.
sin una boca para yacer.
Yaciendo en tu boca.
sábado, noviembre 26, 2005
Tres días después
Colaboración de Resultados Severina para Ohdiosas
Comenzaban a sangrarle las muñecas. Como al principio la alimentaban como si fuera una niñita, sus fuerzas habían comenzado a minar al punto de sostener la cabeza en alto solo por costumbre. Dormía en aquella silla, a la cual estaba atada. Comía y le desparramaban agua por los labios, para que ella se relamiera igual que un perro. A veces era jugo, otras, cuando estaban decididos a mortificarle la existencia, cerveza. Una semana era suficiente para reconocer que Gustavo y Nicolás decidían las cosas allí. Ella tendría que acatar las directrices.
La muñecas le dolían porque no soportaba el olor que expedían su ropa y su piel, y había intentado zafarse, tarea que le fue inútil. Una semana sin levantarse a nada. Estaba atada a la silla por las piernas, y las manos amarradas por detrás del espaldar. En aquel sótano las ratas jugaban con sus dedos y se trepaban hasta sus muslos. Le comían partes del mahón, que de no ser tan ajustado como era, hubiese permitido que entraran a morder sus genitales. Estaba convencida de que las ratas eso querían, y se había programado a pensar que sus lomos peludos no le producían risa cuando rozaban su abdomen o su cintura.
Cuando Nicolás, que era quien le llevaba la comida, entraba y prendía la luz, siempre espantaba las sabandijas de la cara de Wanda con unos sonidos que parecerían que animaban a un infante a voltearse en la cama. Mientras, las alimañas caminaban por el cuello y subían hasta meterse entre su pelo. A veces, algunas cucarachas le entraban al oído (momentos en que ella sacudía con fuerza la cabeza y gritaba como si su pecho fuera una muralla orgánica que se comprimiera para propulsar un aullido que forzara las paredes a no absorber el ímpetu de su voz).
Era inútil, Gustavo sabía que de allí no saldría ni un suspiro. El sótano estaba preparado por él y por Nicolás para que no saliera ni siquiera el recuerdo de un bisbiseo por la puerta para afuera, reforzada para retener el sonido.
-Hoy vas a morir- pronunció Gustavo, agarrándose, apretando con movimientos cada vez más pronunciados el tiro del pantalón. Le escupió la cara. Volvió a escupírsela. A la cuarta vez ella respondió escupiéndole una cigarra que llevaba en su boca hacía unos minutos, y que le había hecho producir tanta saliva que ahora se derramaba por la camisa hedionda y maltrecha. Le llegó a dar sobre el bolsillo de la camiseta, y quedó pegado como un broche grotesco y baboso.
-Ni para escupir sirve ésta- voceó Nicolás que entró abruptamente, justo en el momento en que Wanda le escupía el animalillo a Gustavo. Los dos rieron comos si estuviesen en una reunión de amistades que se reencuentran para restregarse los triunfos en la cara.
Wanda conocía demasiado bien a Nicolás y a Gustavo como para entender desde el primer día encerrada que moriría de la peor forma. Tres días después de habérselos tirado, había recibido frente a la puerta de su casa una lengua de vaca cosida a unos testículos de toro, adornado por heces de ternera, según él le informara cuándo ella lo confrontó, y un pedacito de felpa rojo simulando un corazón mal recortado sostenido por tachuelas. Lo había situado entre la lengua y el testículo, de manera que parecía que era el corazón lo que los ataba.
Esa creatividad la desquició. Sabía que Nicolás estaba al tanto de Gustavo, y Gustavo no tenía duda de que también Wanda se acostaba con Nicolás. Por eso, el obsequio, lejos de parecerle desagradable, le fascinó.
A ellos esa fascinación les importaba poco. Habían decidido que sería ella con quien probarían primero. Después, no escatimarían en género, raza, edad, ni mucho menos posición social o religión perteneciente. Tomarían cuerpos, eso era todo. Cuerpos en situaciones extremas, eso les gustaba. –Cuerpos en Situaciones Extremas, así con mayúsculas todas, así yo comenzaría el programa, que tu creej Wandi, ¿te atreves a ser nuestra primera participante?- le dijo Gustavo, acercando la pistola de Gotcha al hombro derecho de Wanda.
Ella miró a Gustavo derrotada, aunque él interpretó esa mirada como un desafío y disparó. Una mancha verde se esparcía como un moretón vegetal que explotara y botara su color. Wanda no sintió su brazo, pero el brazo seguía ahí. –Oye, qué pasaría si le tiramos una de color chinita al estómago, tu crees que vomite, déjame a mí Gus, me toca ahora- exigió Nicolás, que, cambió el color de las bolitas y apuntó al estomago de Wanda.
Cuando disparó, Wanda devolvió lo único que le quedaba en el estómago: bilis. Mientras Nicolás y Gustavo reían desternillados, Wanda se preguntaba qué cosas les haría, si lograse escapar de ese juego perverso en que la tenían encerrada. Un juego, es un juego solamente, se repetía como un mantra, y comenzó a reír también. La risa se le ahogaba en la saliva con bilis que le salía hasta por la nariz.
Como los movimientos eran un poco bruscos, Nicolás y Gustavo pensaron que Wanda estaba convulsando, y les pareció maravilloso. Se felicitaron uno al otro, y comenzaron a describir la escena tal y como hubiesen hecho en un programa televisivo, que era el fin o el norte de la idea de Cuerpos en Situaciones Extremas.
Notaron que no eran convulsiones, sino Wanda, echando al aire carcajadas como besos al público.
Nicolás fue el primero en demostrar su enfurecimiento. –Tu quieres reírte, cabrona, ríete ahora- gritó Nicolás agarrando unas tijeras y cortándole un pedacito de oreja a Wanda, que, a pesar del dolor insoportable y las lágrimas involuntarias, reía aún más fuerte. Wanda no paraba de reír, mientras de su oreja manaba una viscosidad bermeja que bañaba su cuello.
Gustavo, más perverso aún, se bajó a sobarle las piernas. Le subió los mahones hasta las rodillas. Tomó un lápiz mecánico en la mano, y le sacó la puntita. Con el lápiz, comenzó a hacerle boquetitos a las piernas, rápido a veces, lento otras, dependiendo de la risa de Wanda. Pero ella no paraba de reír.
Aunque apestaba a orín y a mierda, Gustavo y Nicolás encontraban a Wanda atractiva, siempre. –Te suelto si me lo mamas- propuso Gustavo al ver que ella seguía muriéndose de la risa. Ella no hablaba, solo vomitaba entre risa y risa unos líquidos que Nicolás ni Gustavo sabían qué demonios eran. La agarró por el pelo. Salieron volando tres cucarachas que se pegaron de la puerta.
Nicolás, se abrió la bragueta antes de que Gustavo terminara de sacar su mano del pelo de Wanda. –No, cabrón, yo primero, fui yo el de la idea- dijo Gustavo como si la presa fuera Nicolás en su ansia depredadora.
–Mere, cabrón, estate tranquilo, que tú sabes que quien tuvo la idea de traerla fui yo, así que quítate- respondió Nicolás, furibundo.
-¿Y ésta es tu casa, cabrón? ¡‘Tate quieto, cabrón!- contestó Gustavo, asestándole un golpe con el puño en la cara a Nicolás.
-Mere, mamabicho, estate quieto tu hijueputa- gritó Nicolás reponiéndose y brincándole encima a Gustavo al mismo tiempo.
Cayeron al piso. Aplastaron una rata que chilló, y su estridencia se confundió con el falsetto en que se había convertido la risa de Wanda. Con el lápiz, Gustavo logró explotarle un ojo a Nicolás. Esto fue lo único que detuvo la risa de Wanda, porque le cayó sangre a la boca, del ojo de Nicolás. Como el arma de Gotcha estaba cerca, en un momento de descontrol, Nicolas logró agarrarla, y con la fuerza de un desquiciado le dio tantas veces a Gustavo que su cara quedó irreconocible.
Estaba muerto. Nicolás gritaba, mientras las ratas corrían de un lugar a otro de la habitación. Wanda había quedado lela, babeando y sangrando la camisa.
-¡Wanda, puñeta, ayúdame, que se me está nublando todo, siento que se me va el aire, ayúdame coño!- chillaba Nicolás, que le movía la pierna sangrante a Wanda, pero ella no reaccionaba.
De tanto moverse Wanda sintió la soga que le ataba las manos ceder. Eso la trajo en sí. Nicolás parecía un loco revolcándose por el suelo, arañándose la cara, tirando patadas que de vez en cuando le daban en el torso a Gustavo.
Wanda con parsimonia, sin quejarse, se fue soltando las amarras poco a poco. Miraba a Nicolás con cierta ternura. Cuando pudo levantarse se desplomó. Muy lentamente se volvió a incorporar.
-Ustedes no saben jugar, se supone que nadie muriera, ésa era la condición, estúpido- profirió Wanda como un niño cruel que empuja a otro al que le dice feo frente a todos. – Por la broma del la lengua pegada a los cojones pensé que ustedes sabrían hacerlo bien, pero ya veo que son unos imbéciles.
Los miró con una sonrisa sardónica, junto saliva en su boca, y dejó caer una gota robusta sobre Nicolás, que había parado de moverse. Ella sí sabía que él era hemofílico.
Cerró la puerta a sus espaldas, y salió como pudo.
viernes, noviembre 18, 2005
Carcomiendo siete poros
1.
Con el tacto de unas yemas
entrenadas a tu risa, te describo
Paseo entre las células muertas
de tu piel y guardo cinco puntos
de silencio. . . . .
2.
Palpo las pequeñas partículas
de tus pensamientos que, a decir verdad,
gruñen como gotas que brotan por un sí,
siendo mis peores enemigas.
3.
Aire caliente fríe mis pensamientos
teñidos de fiebre escarlata
Una turbina de avión retumba en mis oídos
Se me sonroja el rostro
Los poros de mis estreses meridianos
jadean como gato en el medio del desierto
4.
Escojo la muerte chiquita
Marearme quiero por un segundo
Olvidarlo todo
5.
Segrego los últimos fluidos
Me preparo para la oxidación
de mis secuencias afónicas,
para la transmutación a otra
voz melódica, como la primera
6.
No tengo gata
No tengo a mi amor tampoco
Busco razones para sentirme culpable
Y no quiero ser católica
7.
Pido la epidural
Cancelo el dolor, como todas
No quiero darme cuenta de
que llevo los poros ahogados
martes, noviembre 15, 2005
Un corazón en invierno
La belleza del esposo.
Fue la belleza.
Un telefonando en una casa vacía.
Quedan frases para aceptar.
Como en las películas,
todo puede cifrarse en dos o tres cosas
por una cuestión de elegancia y economía:
“Pedís mucho”,
“presionas”,
“otros estarían contentos
pero yo no”,
“la cara que puse cuando
vi el lugar”.
Un corazón en invierno.
La mujer se pinta los ojos,
se pinta los labios,
se ata el pelo frente al espejo.
Besa a Maxim cerca de la boca.
De espaldas marca un número de teléfono
y después, maquillada y trágica,
hace una escena en el restaurante.
Nos miramos cuando agarra al
hombre de las pelotas,
por debajo de la mesa,
furiosa.
Paramos la película, sin tocarnos.
No hace más que repetirme:
“Ellos, ellos están enamorados
en la vida real”
Lupe Arenillas nació en Buenos Aires, Argentina, se crió en la Patagonia y pasó los ’90 en Madrid. Es traductora de inglés. Actualmente hace su doctorado en la Universidad de Notre Dame.
lunes, noviembre 14, 2005
No conseguirás un autógrafo
Por Sam Merissan, traducción de Rafah Acevedo
Professor Adamski contaba que en el pueblo al oeste de la montaña amarilla los hombres tienen cara de camello, ojos inyectados de sangre y lenguas negras. Ellos quieren invadir a Olin, en donde, en medio de un portentoso palacio de topacio, se le rinde culto al rey. El rey ha muerto hace ciento cuarenta y ocho años pero los filósofos que lo custodian lo tienen bien cuidado. Los guardias eran soldados pero con el paso del tiempo se han hecho sabios en las artes de la sabiduría.
Si al correr del año ´52 te quedabas corto de gasolina y tenías hambre hacías una parada en BBQ Burgers. Al sur de Mount Palomar estaba entonces el telescopio más grande del mundo. George preparaba las hamburguesas más grandes del mundo. En sus ratos libres se conectaba telepáticamente con los venusianos. Ellos les relataban la historia de sus puebos. Al principio George se lo contaba a Mary Kay pero ella se hartó de ¨sus estúpidos cuentos¨ y se marchó con Bill. Una pena porque ahora sería una celebridad rubia al lado de un hombre tan anodino. Decenas de personas cruzan el desierto para escucharlo y entrevistarse con él. Su foto ha estado en los periódicos.
Professor Adamski, where are they? En venus, contesta invariablemente, mientras le da vuelta a la carne y mira que las papas fritas no se quemen. Su delantal tiene extraños signos azarosos de ketchup y mostaza. Se seca el sudor de la frente y acomoda sus espejuelos. Prepara tres hamburguesas con cebolla incluída. ¨Quieren alertarnos sobre el peligro de las bombas atómicas¨. Son pacíficos los venusianos? Bueno, ellos...¨Where is my fucking Coke, you fucking freak?! interrumpía un camionero desconocido.
Los miércoles en la noche (el jueves es su día libre) Professor Adamski y algunos discípulos van al desierto. Miran al cielo y tratan de hacer contacto con las señales del sistema solar. Pero sólo George Adamski logra comunicarse, maldita sea. Harry dejó de beber para estar sobrio el día que llegaran las naves. Después de tantos años su aliento todavía huele a alcohol. Kyle trae su Biblia porque está seguro de que Cristo llegará pronto. Sospecha que el rey en el palacio de Topacio es Él. Jane acude porque está sola en el mundo.
Los jueves, cerca del mediodía, regresan a BBQ Burgers. Ocupan una mesa y George se convierte en Professor Adamski. Relata con lujo de detalles todo lo que los venusianos le han contado. Los tres discípulos todavía despiertos asienten. Yo sabía, dice Harry. Jane está un poco triste porque ahora tiene que esperar al próximo miércoles para que haya algo importante en su vida. Where´s my fucking beer, you fucking freak? Hoy es mi día libre, Frank, contestaba Adamski con frialdad alienígena. Who told you there´s a fucking day off in the fucking life? Cállate, morón blasfemo! se alteraba Kyle, a punto de lanzarle la espesa Biblia en la cabeza a Frank. George, intervenía Harry, deberías escribir un libro.
En junio, cuando el calor llenaba de gotas de sudor la plancha en la que siseaba la carne, George Adamski soltó la espátula grasosa. Se limpió las manos hechas un asco y se marchó. Where´re you going motherfucker!? gritó el dueño del puesto de hamburguesas. El Professor se marchó a casa. A fin de año salió a la calle su primer libro. Su rostro apareció en la televisión. Allí relató sus experiencias y reveló sus secretos: había estado dentro de una nave. Jane sonrió con un dejo de tristeza. No nos había dicho nada, murmuró para sí misma. El miércoles siguiente, luego de la entrevista televisada, Jane fue al desierto. Ella tenía que hacer contacto. Al rato llegó Kyle, con los ojos inyectados de sangre. Había estado llorando. Se saludaron y luego miraron al cielo durante largo rato. Había cientos de estrellas en el firmamento. Miles, quizás.
El viernes una pareja furtiva encontró el cadáver de una mujer en el desierto. No tenía rastros de violencia. Kyle, sin su Biblia, estaba sentado en una esquina de BBQ Burger cuando llegó la policía. Ah, ya llegaron, expresó apacible. Fueron ellos, aclaró.
Por meses nadie supo de Harry. De hecho, aún hoy no se sabe nada. Kyle alegó siempre su inocencia. Estuvo tres semanas en una celda. El sheriff quería acusarlo de asesinato. Tuvo que dejarlo ir. Ahí está de nuevo, en la esquina del puesto. Jane parecía haber muerto de causas naturales pero había pruebas circunstanciales de que...where´s my fucking beer you fucking idiot!?
Un forastero entra al puesto de hamburguesas con un libro. Es el segundo que publica Professor Adamski. Pero él ya no trabaja aquí.
Ilustración Sin título, Héctor Arce Espasas, 2004.
lunes, noviembre 07, 2005
Te estaño
Edgar Allan Poe
Se ha escrito mucho encima de su cuerpo
Sobre el cuerpo de la bella amante muerta
La idealizó el maestro
mientras tomaba ajenjo
Han hecho crucigramas en su rostro lánguido
Y se ha usado su sangre como tinta
profanando aquella sombría palidez etérea
Cada ver es un lío de ideas melancólicas
más que de palabras,
pero el cadáver
ya perdió el esmalte de su carne
La tienen llena de garabatos
Es un cuerpo-borrador escrito hasta
en las axilas y detrás de las rodillas,
casi mutilado.
Floto sobre este cuerpo y lo observo
como si fuese el mío.
Tomo un trozo de carbón y medito,
lo escribo, no,
no lo escribo,
y lo escribo para admitir el desmito:
nada se esfuma
todo se oxida
domingo, noviembre 06, 2005
Usted, ermitaño
la cortina estremecida,
ese papel revolado
y la soledad frustrada
entre ella y tú por el viento?
Far West, PEDRO SALINAS
Si suponemos que en el medio del lago hay una plataforma flotante de madera y que allí llegó nadando una mujer, tomando todas las precauciones necesarias para que no se le humedeciesen las yemas de los dedos, podemos dar por sentado que esa mujer también lleva consigo una libreta y un lápiz.
Una vez estipuladas estas condiciones, cabe pensar en el resto de la fauna que rodea el lago. Se ha probado que las cigarras se alimentan de otros insectos eternamente rojos, pero mudos, con diez patas, cinco a cada lado. También habitan en los alrededores unas cuantas especies de mamíferos que se comen entre sí, siendo éstos de tamaños similares, estando al final de la cadena alimentaria los insectos eternamente rojos y las semillas de los árboles que circundan el lago. Teniendo clara la existencia de flora, dígase cedros y pinos, es pertinente destacar la edificación de ciertas estructuras humanas cerca del lago, como usted y yo sabemos, vacías.
Sé que debe estar preguntándose si soy yo la mujer que llegó nadando a la plataforma de madera en medio del lago. Eso, audaz ermitaño, es obvio. Sin embargo, no se preocupe, no haré mella en su falta de juicio. He llegado hasta aquí por dos razones: para estar sin usted y para que le sea imposible rastrear mis pisadas, porque nadando no se dejan huellas.
Hay una tercera razón, quizá más importante que las anteriores, por eso no la junto con aquéllas. Cuando una mujer llega nadando a la plataforma flotante en medio del lago, las cigarras macho lo interpretan como un fenómeno de la naturaleza, una especie de eclipse. Así que todas a la misma vez activan el aparato en sus lomos que emite el zumbido infinito con tal ímpetu que consiguen interpretar las partes que le corresponderían al cíclope en una opera inglesa pastoril, para ser más específica, Acis and Galatea de John Gay.
Consideremos que las vibraciones transformadas en la voz de la bestia mecen los risos de la mujer ensordecedoramente. La mujer en la plataforma en medio del lago yace acostada y cada vibración acústica de cigarra penetra en su piel como un beso de cíclope, mientras las cigarras macho en pleno verano emiten ese sonido turbulento y avasallador.
Usted, ermitaño, ¿cuánto sabe de hemípteros? ¿Sabe lo que va a ocurrir? Supongamos que sabe que la mujer llegó al medio del lago huyéndole, pero que en el medio del lago es donde más cerca se siente de usted. ¿Es usted un cíclope? ¿Es usted un personaje de una opera pastoril? ¿Es usted el zumbido de las cigarras infinitas?
El lector sabe que las cigarras que emiten todas a coro un zumbido como un cíclope están prontas a morir y, cuando esto ocurre, está probado que toda el agua del lago se evapora. Cabe suponer que, por intuición, la mujer se dejará comer por el último ermitaño.
viernes, noviembre 04, 2005
Todo al vagón
domingo, octubre 30, 2005
Charrerías de ciclista solitaria
jueves, octubre 27, 2005
Por cualquier cosa, una comparsa: crónica de un proyecto inconcluso
martes, octubre 25, 2005
Iconoclach
Rocío incrustado en la carne
Insertadas espinas por la venas
Flor trémula que palpita hambrienta
Con pedazos de mí,
edifico a un ser atónito
que busca respuestas
en su propio cuerpo
descalzo.
Lo hallado nunca
será el ruido de una máquina,
El libro alimentará la nada
como el pájaro escoge al frío
No osará nadie
usurparle al viento los cuartos vacíos
Se articula el zigzag de las posibilidades:
lo el el el no al
Luego los impares: nunca nada nadie
Ahora los pares: atónito cuerpo máquina frío vacío
Entonces los verbos infinitos: hallar ser alimentar escoger osar usurpar
Y me reconstruyo:
Hallo en el frío
los ruidos de nadie
Soy atónita
quien alimenta el vacío
Oso para usurparle
el cuerpo a la máquina de nada
Nunca escoges
domingo, octubre 16, 2005
Amarga tras la muerte (poema escrito por Mujer 1)
Sobre el suelo
desnudo
tendiste tus miembros
Telaraña de piel
con pisadas
sedientas
De haber sabido
que, después del hambre,
ventana: jamás
Porque nunca fuiste
nombre
sino puerta
redonda llena
de palabritas
grises
Azulejo de espinas
Fragmento del texto "El encuentro con Amarga", disponible en De Trasmano de la semana del 20 de octubre de 2005.
El encuentro con Amarga
miércoles, octubre 12, 2005
Resaca de la balacera
lunes, octubre 10, 2005
La guiñada, instead
no convertirme, al verte, en perro, de alegría.
S. Ocampo
I.
yo sé que tú lo haces a propósito para que yo te odie como una pelotita de acero.
yo sé que por eso lo haces
imaginarme con los ojos
enganchados en la vitrina
o
lo que es más probable
que gire la cabeza con insistencia hacia el cristal
que todas las cabezas
posiblemente son tú
y no
esa maldición que cae sobre quien espera
cadera contra esquina
es una mesa quien se impone
el pensamiento es tomado en las manos de agua del pensamiento mismo
por lo que se revuelca
un breve: estoy
sólo por ese cantacito que uno se da
que mueve hasta las sillas
las cambia de espacio
II.
pide uno café
pregunta por ti
inquiere al más guapo
o al menos profesor
que jamás
y siempre
son lo mismo
III.
si tú me matas porque yo no aparezco
si tú me lo juras que me matas
yo voy
aparezco
por el asesino
por tenerlo a solo pasos
si caminamos
solo a centímetros
tú sabes que todo esto cuando camina hace vibrar la zona entera
que cuando camina todo esto
las caderas son una maquina que se rompió
y choca con la otra
cadera
o el espacio del asesino
que sos
me desplazo
IV.
a pedro lo compro a quince dólares
me arrepiento
salgo de la librería después de firmar el papelito escindido
y me arrepiento
porque los libros usados se venden
justo en frente
(fuck!)
creo que me nace una arruguita
observo que la calle
cuando el calor se me planta
homicida
y me busca
me traspasa
se alarga
y muchas caras
como árboles por una vereda
(uy quejeso?)
aparecen
aparecen y son siempre cosas que cambian cuando las miro
hacen la metamorfosis ahí frente a mi cara
cabrón
ni siquiera sobreimpongo tu rostro en el de cualquiera
ni siquiera capto para mi pared
una foto transeunta
de alguien
a quien llamare tú
yo solo busco un rostro
uno solitario
V.
pasa que hago todo esto para dejar que las horas se tiren por la borda
y que la calle
las librerías
la librería
el intento de encuentro
las personas
sean la embarcación de mi sueño en el que el mar se detuvo
bueno
me explico
se alzó el mar como una corona
desde donde veía la escena (a pesar de ser desde un barco) el mar se veía a vuelta redonda, y se alzó, como una gota que cae sobre el charco y lo levanta y se une inevitablemente, y ahí quedó el mar paralizado, arriba, medio arriba, y se veían los piquitos
como una trampa de oso abierta
no era yo el personaje que entra
VI.
busca
se sienta
se incomoda
están todos
nadie sabe que busca
se regresa a su apartamento afligid@
llego a casa
y no te llamo
y no te escribo
espero
VII.
¿o es que no quieres escuchar cuando te digo jau?
José María Lima, ignoto
En el 1954, publica sus primeros poemas en la revista Universidad, a cargo de Juan Ramón Jiménez, quien le escribe las líneas que luego fungen como epígrafe al poemario: “José María Lima, es usted un verdadero poeta, y me alegro de haberlo sabido por mí mismo”[iii]. Del 1958 al ‘62, se destaca como prosista del diario El Mundo. Durante esta época, partió para Estados Unidos, donde realizó un año de estudios en arquitectura, otra de sus pasiones, en Harvard, pero se traslada a Berkeley, finalizando estudios de maestría en matemáticas.
Activo en recitales de la escena cultural del sesenta, publica con la poeta Ángela María Dávila, su esposa en aquel entonces, el poemario Homenaje al ombligo. Este libro híbrido, con ilustraciones y poemas de ambos escritores, fue una edición muy singular de tan solo 150 ejemplares.
Como pieza casi mítica en los anales de las librerías de segunda mano del país, el texto, que honra la filosofía de Mallarmé relacionada con la noción del libro como pieza artística, marca el estilo que prevalecerá en las publicaciones del escritor.
En la década del 70, Lima se desempeñaba como profesor de matemáticas de la Universidad de Puerto Rico. En 1982, se publica por primera vez el texto que presenta la obra poética de 30 años del autor. Joserramón Melendes se dio a la tarea de editar la obra de José María Lima, inédita durante treinta años. La sílaba en la piel (Qease, Río Piedras) es el producto de este trabajo editorial, con textos y dibujos de Lima de entre las décadas del 50 al 80. En 1996, en entrevista con el periódico Claridad, el poeta afirma ser “maniaco-depresivo, bipolar. Pero no surrealista”, cuando el periodista lo exhorta a que señale “alguna otra cosa vital”. En el 2001, Cuadernos La Torre, de la editorial de la Universidad de Puerto Rico, publica Rendijas, libro que recoge una muestra considerable de la obra de José María Lima, incluyendo sus trabajos más recientes: Poemas de la muerte y Penúltimos poemas. Hoy en día, a la edad de 71 años, José María Lima está retirado y vive con su familia.
[i] Acevedo, Rafael. “Quiero pistas, Señora, no sea que me asuste” (Entrevista a José María Lima). San Juan: Claridad. 22-28 de noviembre, 1996: 15-17
[ii] Martínez, Jan. “José María Lima, poeta surrealista”. Revista del Instituto de Cultura. San Juan, PR: Enero-Jun 2002: 18-25.
[iii] Lima, José María. La sílaba en la piel. Río Piedras: Qease, 1982: 13
[iv] Acevedo, Claridad, 16.
[v] Martínez, Revista ICP, 19.
[vi] Acevedo, Claridad, 16.
Imágenes: Superior derecha, ésta era la foto que acompañaba la columna de Lima en El Mundo; Segunda izquierda, Eugenio Granell, pintura titulada "El poeta llega al sitio del árbol y de la muerte"; Tercera derecha, foto tomada por Casenave, el 10 de septiembre del 1965, durante las protestas entre el frente anticomunista y los opositores; Medio, foto tomada por Eddie Figueroa, con pegatina que dice "Fuera Lima y el comunismo", pegada en alguna calle de Santurce el 26 de enero del 1963; Lima en el 1982, cuando salió su libro "La sílaba en la piel", foto de El Mundo que leía "Devolver a Gloria Borrás".
Nota: Está prohibida la reproducción total o parcial del texto o de las fotografías. Sólo están disponibles para propósitos de la autora.
domingo, octubre 09, 2005
Ofelia
fragmento "ofelia", alex j. garcía
La saya
con los cuerdos,
hilo cárdeno
Ciertas yagas se descosen
al lamer
lo innombrable
Cruzas los ladrillos
sin los ojos puestos
Un hipódromo hubo:
obstáculos en el camino,
hace falta
la foto de prueba
Di la verdad,
se queda puesta
la ropa,
fluorescen luces
como al otro lado del aeropuerto
Cae, del florero,
la sed
y moja la saya
Cae, de la mesa,
un elogio
erizando el ruedo
Cae, la cerámica
El agua moja,
la herida se deshace
No sabía que el hambre
respiraba en la despensa
ni que el aire
alimentaba penas desoladas
La calle está vacía
Estaciona
y subamos al arpa
en la orilla
Así no nos diremos:
nunca visitamos
los jardines interiores
sólo la noche
en que el piano se tocó solo
La cerveza quiere que me invites
antes de montarme
chubasco
Azecino
Colaboración de LA SECTA DE LOS PERROS para OHDIOSAS
Esta tarde azuceno la gran crónica de tu cuerpo:
Demostrar que efectivamente el ser es todo.
Pero si el ser es la distancia entre la lámpara y la luz
(tu Mirada un poco dirigida al suelo)
nada justifica llamarlo todo.
No es necesario aprehenderlo.
Ésa es la misma distancia que queda entre el conocimiento y la realidad.
Yo te conocí (en un sentido bíblico)
y queda desde entonces esta cierta claridad
que se asoma a veces en explicaciones geométricas.
Esta tarde la cena azul es crónica del cuerpo:
pasaron por alto las verdades de la mitología,
hay un sentido común que nos hace humanos, demasiado, quizás,
a pesar de la salivación de verte.
Ese es el modo natural en el que intervienen los dioses,
gravando en el sudor sus insoportables presencias.
Orientar la razón es una joya de la vanidad.
He de ser humilde.
Has dejado tu impresión en mis sentidos pero no entiendo nada.
Tiendo, más bien, a aceptar la posibilidad de otras leyendas.
Si la diversidad del mundo se debe a los gigantes que poblaban la tierra,
entonces tu pequeña figura es el axioma
de que el saber es una luz que se distancia del origen, como el calor del fuego.
Esta azucena es el cuerpo de tu crónica:
El olfato es la manera de recuperar la memoria.
Aroma de eternidad, brevemente.
Estabas dura y lo concreto es un ejemplo de la idea.
Dura, tu carne –suave la piel- huele a tradición sin origen.
El relato, entonces, no ambiciona fundar una hoguera.
La crónica participa del sabor y la sensación tibia del instante
y si hablara de tu sexo sería una forma de expresar el mundo.
El alma es una prenda de la vanidad o no sé.
Ceno:
Comerte lentamente hacia la transformación,
con la misma velocidad de la huida de los siervos de la tierra a la ciudad
(y saber, amarga y dulcemente, que el viaje no es eterno ni invariable).
La historia universal no siempre existió.
La crónica que azuceno en tu cuerpo tiene esplendor, desalojo y asilo.
Esa que abrazo ahora hasta el sudor es un resultado. Estoy hablando solo.
Hambruno:
En los comedores se dice
que las necesidades de los hombres y mujeres de todo el planeta son similares,
como una gran fábrica universal.
Pero el producto de mi sudor es ajeno a ese sentido de la historia.
La astucia de usar mis dedos en público hasta remediar la humedad de tu crónica
era la posibilidad de una historia íntima, que buscaba rincones oscuros
para acabar con el prejuicio iluminista.
Allí, como una lámpara, una especie de azucena con especias.
sábado, octubre 08, 2005
Mikaela, por los pliegues de Arantza
Su hermana Mikaela se encargaba de enrollar los hilos en las bobinas de la máquina. Se dedicaba a esto desde la muerte de su último prometido. Murió electrocutado tras lanzar una colilla sin mirar hacia atrás en el casino del pueblo. Pegado a un cable.
Mikaela era costurera desde mucho antes de que se muriera su primer prometido, quien también falleció, aunque por circunstancias distintas, cayéndose del caballo en el que subía a visitarla al barrio. Había sido éste quien le había conseguido las postales con las pinturas de ese tal Egon Shiele. Según me contaba mi tía abuela mientras leía las cartas en la mesa del comedor forrada con un mantel de plástico y con un jarrón relleno de flores de seda, fue en un muelle del puerto de San Juan donde Isaac le compró a un marino europeo unas valijas forradas de terciopelo floreado. Al dárselas le dijo que bien se las regalaba para que con la pana hiciera uno de sus cotizados corpiños o para que tuviese dónde empacar el lingerie durante la luna de miel.
La habitación de Mikaela parecía empapelada con las láminas de las pinturas de estas mujeres con vestidos puestos, pintadas por el vienés. Las postales las encontró dentro de un sobre lacrado en el interior de la maleta con una dedicatoria que leía: “À Arantza, pour les plis de ta jupe”, firmada por un tal Deleuze. En las ilustraciones se leía claramente la firma del pintor, quien inscribía en una caligrafía de trazos geométricos “EGON SHIELE”. Detrás de alguna de las láminas estaba el nombre completo del pintor y sus fechas: Tull 1890- Viena 1918. Pensó que la vida de un gran pintor no está en las manos de Saturno, y poco después murió su primer prometido, a la edad de 28 años.
Ella antes anhelaba que algún día una de sus creaciones transmitiese la intensidad de los vestidos de las mujeres en el empapelado. Pero, desde que pasó lo del casino, dejó de coser y se concentró en la faena de enrollar los hilos en las bobinas de la máquina.
Recuerdo un incidente con el gato de la Tía Mika, como le decíamos los sobrinos-nietos. Fue justo antes de él morir y poco después de yo nacer. Gateaba por el balcón de la casa a la orilla de la playa, mientras mi abuela cosía en la Singer corroída por el salitre el traje de novia de la hija de una ex monja, rojo con brocado en hilo de oro, cuando me topé con unas grandes, amarillas y brillantes flores de Canario. Quería que el gato se las comiera y para demostrarle al gato lo buenas que estaban me las comí. Cuando mi abuela se volteó a ver qué hacía, salían pétalos de mi boca. Lo siguiente fue mi primer lavado de estómago. Cordones, retazos de telas, cremalleras, rollos de hilos, todos los materiales estaban al amparo de Deleuze, nombre con el cual Mikaela bautizó al gato que mi abuela le obsequió tras la muerte del cuarto de los prometidos difuntos, que también fue el último.
Pensé en mis veranos en la playa tan pronto me dijiste que te estabas quedando ciego. Luego de tantos años de coser sobre la arena blanca vestidos de terciopelo floreado y de hilvanar agujas bajo el candente sol del mediodía, también yo podría perder la vista. Esa extraña enfermedad que padeces parece obra de un genio maligno, si es que efectivamente se van eliminando los colores hasta sólo identificar el azul en las cosas, para luego sucumbir como arrastrado por un golpe de agua.
Inventaremos una forma para que identifiques los óleos en la paleta. Me dices el color y yo te paso el frasco. Incluso podrías hacer tus obras en distintas tonalidades de azul: añiles, plomos, marinos. Hasta que yo también me quede a oscuras. Entonces, oleremos juntos los cromos y ensartaré agujas con el tacto. Lo importante es seguir enhebrando, aunque sea otro quien hilvane.
De Trasmano Claridad.
Iré, mi ahijado: conversación telefónica
Caimanes
es el teorema
de un viaje
inconcluso
Esa manera tuya
de inundar
los ojos es
contagiosa
Para saber el pan
sólo hay que saber
algunos nombres
y muchas formas
de decirlos
el tuyo
es un abecedario
de hornos
esa manera tuya
de habitar los goterones
en la ventana del tren
es un preludio
un síntoma inevitable
de que a las afueras
también hay caimanes
en las urbanizaciones
Io
Que me mire con sus ojos
Así de abiertos
Me hace sentir como una corderita
Balo
II.
Releo ese poema de Carson
Sobre la turista en Roma
Ana se cambia el nombre
Espanta a los perros
Conduce como una guerrillera
III.
El duerme sin cerrar la mirada
Como si tuviese cuarenta y cinco ojos
Y sólo durmieran dos a la vez
IV.
En la isla, nadie
-Renuncio-
V.
Prendo una vela
y la pongo encima de su foto
Roma está llena de gatos
VI.
Luego fuimos egipcios
es una ironía
VII.
Si pudiera robarme un cuadro famoso:
Que sea Cronos devorándose a los hijos
-De Goya-
Sólo porque tienen un trasunto
ustedes
Dúo dinámico
Vania hace acuarelas llenas de multitides. Vigente en su obra desde hace cuatro años, las multitudes esparcidas son un motivo que ha madurado y, en esta ocasión, en espacios citadinos inspirados en ciudades tales como Brasil, México DF, Puerto San Juan, Puerto Morelos, entre otras, equivalen a “un diario de experiencias”.
Ambas artistas coinciden en que la ciudad caótica está ligada al accidente, el accidente fragmenta el espacio de la ciudad y, paradójicamente, lo ordena. “Juego con el accidente, lo abstracto es la excusa”, se delata Vania con gran vocación lúdica. Consciente del choque cultural que significó mudarse de su idílico pueblo caribeño en Quintana Roo a la caótica capital mexicana para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas de la UNAM, la artista relata, “cuando me mudé del trópico a la ciudad de México, veía demasiada gente en el espacio”.
En conjunto, la vocación mosaiquista de Yuán queda de manifiesto precisamente en sus gustos, que incluyen artistas de disciplinas, épocas y estilos distintos a manera de un gran mosaico intelectual. ¿Sus influencias? Gaudí, la tradición italiana, Miguel Ángel, lo impresionista y expresionista. ¿Su movimiento favorito?: el cubismo de Braque y Picasso. A nivel literario, Julio Cortázar es su modelo, pues Rayuela, describe la novel artista, es “un mural de mosaico”.
Vania Lozano hizo muchos de los dibujos del interior de mi libro Alabalacera, que saldrá algún día venidero con Terranova Editores y, junto a Yuán, hicieron un graffiti inspirado en el poemario. Está localizado en La Perla, San Juan, Puerto Rico.
Ilustración superior: Vania Lozano
viernes, octubre 07, 2005
María Soledad
Ella se fue al otro extremo del continente y aun así, es como si la llevara en la mochila, aunque es bastante alta y eso es un imposible. Nos veremos el verano que viene en Brazil, pero nos vemos a menudo gracias a los webcams.
Allá en la hawdah
sábado, enero 01, 2005
Mis libros
Publicaciones (Poemarios):
- Mara Pastor. (2006). Alabalacera. San Juan: Terranova Editores.
- Mara Pastor. (2008). El origen de los párpados. México DF: Edición de autor.
- Mara Pastor. (2009). Candada por error. Michigan: Sin brújula Ediciones
- Mara Pastor. (2009). Candada por Error. San Juan: Atarraya Cartonera.
- Mara Pastor. (2011). Poemas para fomentar el turismo. México: Secta de los perros.
- Mara Pastor. (2012). Poemas para fomentar el turismo. México: Secta de los perros.
- Mara Pastor. (2014). Children of Another Hour. Noel Black, traductor. Brooklyn: Argos Books.
- Mara Pastor. (2015). Arcadian Boutique. México: Ediciones de Punto de Partida.
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Acerca de Alabalacera
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Acerca de El origen de los párpados
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Acerca de Candada por error
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(2009) Candada por error. San Juan: Atarraya Cartonera. Primera edición. 40 pags.
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(2011) Poemas para fomentar el turismo. México: Secta de los perros.
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(2012) Poemas para fomentar el turismo. México: Secta de los perros
Finalista, Certamen Festival de la Lira, Ecuador, 2013.
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(2014) Children of Another Hour. Brooklyn: Argos Books.
(2014) Arcadian Boutique.
Ilustraciones de Lorraine Rodríguez.
Primera edición. 87 páginas.
Diseño: María Luisa Passarge.
Tirada: 1,000 ejemplares.
Producido en: Ciudad de México.