jueves, febrero 19, 2009



Este video de Daniel Viktorson fue dirigido por Álvaro Aponte-Centeno. Recientemente he visto unos cuantos videos increíbles dirigidos por Álvaro, a quien conocí en el 2002, cuando coincidimos en uno de los talleres de cuentos dirigido por Mayra Santos-Febres en la Universidad de Puerto Rico. De los que postié recientemente, el de Dávila 666, así como el video de "Ni fú ni fá" de Tego Calderón son de él. De éste me gusta mucho la edición, la nostalgia de las imágenes, que en ocasiones sorprende con cortes como tangentes frías, distantes, la mirada en tránsito constante, en vehículos y maquinas que vuelan, corren, conducen. Es una trabajo que reproduce ciertos mecanismos de la memoria, lleno de fragmentos y correspondencias. Es un video que conversa bien con la canción y la potencia, como deberían hacer todos los trabajos de medio mixto. 

Créditos

Daniel Viktorsson
Title: Our Pain In Heaven
Product: Music Video

Director: Álvaro Aponte - Centeno
Prod Co: Centella Films

sábado, febrero 14, 2009

Hoy recibo la grata noticia de que la escritora Marta Aponte Alsina ha publicado una nota sobre mi libro El origen de los párpados en su blog. Aquí la comparto: Angélica furiosa

"Este libro descubre y encubre la finura de un arte sin alardes: el rigor del oficio; la inteligencia tácita, libre de vacilaciones borrosas tanto como de cicaterías cínicas; una escritura sabia, entre el sonido y la furia, y la distancia empeñada en reparar las palabras, y en quererlas." 

jueves, febrero 12, 2009


Algunas de las palabras favoritas de mis estudiantes son paloma, de Felisberto, mamitólogo, de un cuento de Ana Lydia, pluma de pavoreal, de Cortázar y tíbiri tábara, que leyeron en un cuento de José Kozer. Ahora están escribiendo ellos. Al principio se quejaron. Me pidieron realidad y moraleja. Ahora quieren saber, quieren leer. Estoy feliz.  

La foto la tomé en Cosoltepec, en noviembre del 2007. Siento que fue ayer.
alerta de tornado





por momentos dejo que la vida me pase y yo entonces la miro irse como a los trenes viejos de los cuentos con trenes que son todos desde aquella que vez que terminó el paso lento de la gente y llegaron las máquinas fumigadoras. anoche escuché una campana y tuve miedo de tornado, el viento era rojo, y los árboles húmedos aún por la nieve recién derretida por fin se saludaban entre ellos.

domingo, febrero 08, 2009


Ésta es la parte en la que entras bailando música de los ochenta y dices

Nada quiso que hiciéramos un puente de pausas
entre tu voz y mi mano, pero una vez tragué semillas
de parcha sin que me bajara la presión,
....................que es como decir, te di unas cuantas piedritas
que al pisarlas se quedaban enterradas en las plantas de los pies
y germinaban versos de las pisadas (domesticamos una fuerza
amable con el hielo y con los pinceles llenos de polvo).
Entonces recordé que dijimos cosas así:

...............................-No quisiera ser la rana en tu patio.
...............................-Pero debemos ser aborígenes.
...............................-Al final, no sabes nada de teatro.
...............................-Sólo hablas de la muerte.
...............................-Cuando tu cuerpo me cubre del frío.
...............................-La tranquilidad de tus inteligencias.
...............................-Hubiera querido salir con tu padre.
...............................-Pero eres otra cosa.

................. (Y quizás otro orden que resultó en lo mismo).

Una también le dice realidad al silencio y deja
que la sábila le cuente pequeños ojos
aguardando en la puerta, porque un gusano de cerámica
podría ser un tiesto,
pero es un insecto que busca
la metamorfosis de la materia.

Y si tus manos podan nuestro encuentro, rubio,
quiero un pequeño entramado con musgo
en donde descansar la mirada
por las tardes antes de la cena.
Sonríe y yo soy una minúscula marioneta rosa con un paraguas celeste yo entro por su sonrisa yo hago mi casita en su lengua yo habito en la palma de su mano cierra sus dedos un polvo dorado un poco de sangre adiós oh adiós.

Extracción de la piedra de la locura, Alejandra Pizarnik