Como un abejorro torpe
él se posa en la flor
meciéndose en el tallo frágil
se hace camino a codazos
entre filas de pétalos
como páginas de un diccionario
él quiere entrar
donde la fragancia y la dulzura
y aunque tiene catarro
y no le huelen ni las azucenas
él sigue tratando
hasta que se revienta
la cabeza con el pistilo
y eso es lo más lejos que llega
tan difícil
atravesar el sépalo
hasta la raíz
así que el abejorro despega
y emerge arrogante
zumbando vocifera:
yo estuve adentro
y aquellos
que no se fían de su palabra
pueden mirarle la nariz
amarilla con polen
Zbigniew Herbert
En Hermes, Dog and Star
1957
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