Por medio de los blogs, no sólo puedes ser lo que tu quieras y quien tu quieras, incluso inventarte a tu familia, si quisieras; como si fuera poco, también puedes ser un fantasma, como diría Hernán Casciari. En las clases de literatura de su tataranieto Woung en el 2098 seguramente leen a blogueros difuntos.
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