domingo, julio 29, 2007

espacio muerte amor
poemas de Roberto Juarroz

(1925-1995)

un espacio

Un espacio
no puede borrar a otro,
pero puede arrinconarlo.
También los espacios ocupan un lugar,
en otra dimensión que es más que espacio.

Hay espacios con una sola voz,
espacios con muchas voces
y hasta espacios sin ninguna,
pero todo espacio está solo,
más solo que aquello que contiene.

Aunque todo espacio
se confunda al fin con todo espacio.
aunque todo espacio
sea un juego imposible,

porque nada cabe en nada.



poesia vertical 3

¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la razón
y no el que está detrás?
¿Por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también muere la sombra?
¿Por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío?
¿Por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿Por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?


hemos amado juntos tantas cosas

Hemos amado juntos tantas cosas
que es difícil amarlas separados.
Parece que se hubieran alejado de pronto
o que el amor fuera una hormiga
escalando los declives del cielo.

Hemos vivido juntos tanto abismo
que sin ti todo parece superficie,
órbita de simulacros que resbalan,
tensión sin extensiones,
vigilancia de cuerpos sin presencia.

Hemos perdido juntos tanta nada
que el hábito persiste y se da vuelta
y ahora todo es ganancia de la nada.
El tiempo se convierte en antitiempo
porque ya no lo piensas.

Hemos callado y hablado tanto juntos
que hasta callar y hablar son dos traiciones,
dos sustancias sin justificación,
dos sustitutos.

Lo hemos buscado todo,
lo hemos hallado todo,
lo hemos dejado todo.

Únicamente no nos dieron tiempo
para encontrar el ojo de tu muerte,
aunque fuera también para dejarlo.

sábado, julio 28, 2007

jueves, julio 26, 2007

miércoles, julio 25, 2007


Nena, disculpa,

llevas un venado
en la cabeza





Muchos de ustedes saben, y muchos otros no, que desde poco después de comenzar esta bitácora fucha me mudé a un lugar bucólico y remoto en el Midwest americano. Entonces me dio con los venados, porque los veía por todas partes y cuando te los encuentras te miran con un vacío fulminante que me hacía preguntarme siempre que los veía qué hacia yo allí.

Por algún bizarro azar, se mezclaron con las bicicletas, entonces eran
venados y bicis, y luego lo peor fueron los sucesos biográficos que me acontecieron. Me robaron cuatro bicicletas en un año, me caí de un caballo y al mes me caí de una bici y me rescataron los bomberos. Sobreviví, hasta el momento.

Ahora me mudé de nuevo. A un pueblo en el que he vuelto a conseguirme bicicleta, pero lejos de los venados. Al menos por el momento, como ya les dije. Sin embargo, el otro día en la Feria de arte, conocí a esta chica llamada
Ruth Marks que hace esculturas. Cuando vi “Fawn bust”, como se imaginarán, le dije que era la historia de mi vida. Sonreímos y le expliqué brevemente por qué. En eso un hombre interrumpió y me preguntó de un modo medio burlón que dónde iba a poner la escultura si la compraba. Yo le dije que en la cocina. Reímos. Resultó ser su tío. Parecía que se llevaban bien ellos. Era como su tío de parte de madre.








También tiene otra escultura de un mono, que me recuerda a una pintura de John Wilmot, la más famosa, con todas sus consecuencias (apropósito de la película de Johnny Depp, El libertino, sobre el personaje, está buena)-En fin, le dije también que en el calendario chino yo era mono. Me dijo Ruth que ella quería ser mono, pero que era rata. Yo no sé mucho de ese horóscopo, pero me gusta este mono que mira mientras ella cierra los ojos y se entrega a la mirada del macaco, pensé.





Las obras se titulan "Fawn bust" y "Monkey girl".

lunes, julio 23, 2007

este aguacero fue
hace poco y ya se evaporó



llueve y supongo que llueve también
en la cercana orilla del sur
donde nos conocimos
supongo que llueve y que las gotas
infartan los planes huidizos de lola
que estuvo todo el fin de semana
tramando lo que haría si tu no regresabas
porque ella, como nosotras,
sabe de las partidas lo mismo
que de los recibimientos.

llueve, natalia, o parece que va a llover,
y el condicional no remeda
que estuviste aquí
como cuando pasa flotando
una espora que se quiere atrapar
pero que huye como una felina mansa.

tu salida fue tranquila, nos hicimos sándwiches
y fumamos un poquito
como si la cotidianidad
remplazara los sudores que nos reservamos
en mi caso, esperando una ocasión
menos dramática, en el tuyo
aseverando el estado de la razón sobre la de los cuerpos sin relato.

domingo, julio 22, 2007

Me inventé una teoría para no decir tu nombre y me arrepentí inmediatamente

En esa casa, las camas se multiplicaban
como avenidas.

La casa de los armarios
infinitos era redonda,
aunque no lo parecía.
En las esquinas,
los zapatos hacían
fogatas para recuperar la vejez
de los rincones.

Los rincones que roen
a coro con la singer.

La singer lo ocupaba todo.
Desde la superficie de los muebles,
hasta los interiores de los dedales.
Era como dormir en una casa redonda
de retazos.
Y así es como es ciertamente.

Las tazas
El libro verde
Los placemats
Ya hasta los matorrales
me hablaron.

Y dudo que las hojas de recao te sobrevivan.

Breve recuento sobre simulacros

Sobre Performance Studies: An Introduction, de Richard Schechner

En este libro sobre los estudios del performance Schechner le dedica en el capítulo “Performativity” un segmento al tema de la “simulación”, o simulacro. El autor escoge un fragmento del texto de Baudrillard “Simulations” para tratar el tema. “Disimular es pretender que no se tiene algo que sí se tiene” vs “Simular que sería pretender que se tiene algo que no se tiene”. Apropósito del concepto, Schechner dice “Simulation is neither a pretense nor an imitation. It is a replication of itself as another. That makes simulation perfect performatives” (117). ¿Qué ocurre en el espacio poético sino la simulación de una voz otra como si fuese la del poeta? En el discurso poético, las voces líricas pueden entenderse en tanto replicas del sujeto real como un Otro. Pienso por ejemplo en los planteamientos de Bousoño sobre “la comunicación imaginaria del poeta y la comunicación real del personaje que figura en el poeta” (48): “no el poeta, un personaje que figura que es el poeta se comunica objetivamente con nosotros en la poesía” (48). Aquí entonces cruza el postulado de Schechner “There is no difference between copy and original” (118). Esto es que el artificio poético, los desdoblamientos de voces, en tanto acciones performativas no carecen de “verdad”. La identidad poética se construye a partir de la distinción entre aquello que la voz lírica pretende tener cuando no tiene (una voz real cuando en realidad es un artificio que sobrevive solo dentro del discurso poético) y aquello que simula (una voz que comunica histriónicamente un contenido síquico). Si el performance es analizado como texto (Schechner, 192), se puede analizar el texto como performance.



Sobre Homenaje al ombligo: Acabo de Morir, o el simulacro de la muerte

El poema de Anjelamaría dice “Acabo de morir/ y que mi muerte/ sirva de grito hondo a mi garganta/” (18). El performance poético implica la repetición de una “primera vez” que es el acto de escritura. Por tanto, la relectura del poema puede entenderse como un simulacro. “La repetición, sin la que no habría podido existir “primera vez” abre la memoria, de luto por esa primera vez imposible. Pero abre también, de golpe, el terreno del simulacro”. (Derrida, 213). Si simular, como señala Baudrillard es “pretender tener algo que no se tiene”, ¿ qué mayor simulacro en el discurso poético que el de la muerte? El performance poético, tomando como referencia lo esbozado por Liptak en el libro Schechner, puede entenderse como el proceso que va de la vida real a la pretensión de una espontaneidad que es ficticia (la repetición) a la actuación: la conclusión sería la simulación, antes del regreso a la vida real. Es decir, la consumación del performance puede entenderse como una reflexión/metonimia de la muerte.


Sobre Animal Fiero y Tierno: Simulación de la oralidad


La poesía anclada al simulacro de la oralidad... Schechner define el concepto de performance text como “Everything that takes place on a stage that a spectator experiences” (193). La poesía, supongo que a veces, crea el artificio de la oralidad, es decir la simulación de una experiencia inmediata del texto como si fuera la experiencia en tiempo real del poema. En “Animal fiero y tierno” Anjelamaría Dávila explora profundamente la cualidad oral del texto, su potencia vocativa. Pienso en poemas como “Cercamente lejos”:

Cercamente lejos
de esta pequeña historia
expandida hacia todo deteniéndose
se oye que dice:
qué importa tu tristeza
tu alegría- (14)

El desdoblamiento de voces en el espacio poético es un simulacro de la multiplicidad del sujeto poético, un acto histriónico que reproduce una experiencia en el espectador-lector como el performance.

Con el recuerdo al hombro,
Pero fíjense, ¿ah? Qué muchas trampas hondas nos detienen. (15)

El mismo día del natalicio de Ramos Otero, fuimos a un café cerca de la biblioteca. En mi cartera llevaba “El libro de la muerte”, “Invitación al polvo” y la película Michael, dirigida por Carl Theodor Dreyer, en 1924. Cuando leímos “Metáfora contagiosa”, percibimos que la fecha redundaba y que se sentía una compañía truculenta de fauno en el Hades esa tarde. Metcalf y Ramos Otero se fumaban un cigarro eterno en el Cuarto Mundo y nos miraban.
Metáfora
contagiosa



Según Autoridades, el cáncer:
“ es un tumor maligno duro”
amarilloso vómito de azufre
arcano calamar de tinta negra
que estrangula el burdel de las arterias.
Los Antiguos ( mejor dicho, los brujos
miserables del primer bautismo)
sintieron el terror de un símil cósmico:
las patas luminosas de la nada divina
al verse en el espejo de la carne humana,
como Platón, volvieron a la cueva del cangrejo.
¿Qué sumisión, qué hastío,
que profecía falsa les hizo comparar
mi nacimiento con mi muerte?
¿Qué les hizo pensar (según
la solipsista Susan Sontag)
que si a la Dama de las Camelias
diosa de Hollywood y del romanticismo
la consumió la flor de la tuberculosis,
a mí, fantasmal morador del Siglo Veinte,
jodido juey del Trópico de Cáncer,
me tocará la tumba del tumor de moda?
El 20 de julio de 1969 invadían la luna
y yo cumplía veintiuno en una hospitalaria
cárcel de Harlem. Allí me curaron la poesía,
el suicidio y la locura del mendigo del amor.
Antídotamente aprendí los Ahoras.
He sabido desde entonces que aunque
los griegos, los judíos y Borges
hubieran descubierto el enigma
de quel papel aguanta todo lo que le pongan
todos llegamos al mismo laberinto:
Odiseo vendiendo queso de cabra en una esquina,
Salomón filmando versiones de la Biblia
y Borges vistiéndose de Evita en Broadway.
Como el cangrejo canceroso de mi corazón
la historia camina para atrás,
Es un crustáceo enfermo que
confunde las metáforas
y nunca es invitado a recitar poemas.
Y sabe (sobre todo) porque siempre
ha vivido en un hoyo en la arena,
que su otro yo son las estrellas
y que la muerte no es otra cosa que un pasaje
hacia un sobrepoblado Cuarto Mundo.



Ramos Otero, Manuel. “Metáfora contagiosa” en Invitación al polvo. San Juan, Plaza Mayor 1991: 50



martes, junio 05, 2007

Fragmentos de "Cool Memories"

Idéntico vértigo al ver de cerca las fracciones de un rostro que los rascacielos en contrapicado. Vertigo de la anamorfosis. (18)

El negro es la burla del blanco. Maravilloso Amin Dada, que se hace llevar en andas por cuatro diplomáticos ingleses, que se hace recibir por el Papa. Maravilloso Bokassa, comiéndose a niñitos negros, cubriendo de diamantes al dicnatario occidental. Nunca como en Africa la idea de poder habrá sido ridiculizada de manera más ubuesca. Occidente tendrá que esforzarse para liquidar esta generación de despotas simiescos y banales, nacidos del cruce monstruoso de la jungla y de los luminosos valores de la ideología. (19)

Hay algo estúpido en el puro acontecimiento a lo que el destino, si existe, no puede dejar de ser sensible. Hay algo de estúpido en la evidencia de la verdad, de lo que la ironía superior no puede dejar de disculparnos. Así todo se expía en uno u otro sentido. Y el olvido o el duelo no son más que el lapso de tiempo necesario para la reversibilidad. (23)

Solo el gato deja sobre la arena o la cama la huella completa de su cuerpo dormido. El hombre no sabe abandonarse a la forma de su cuerpo hasta el punto de experimentar un abandono total. No conoce la inercia de la que el gato extrae su felinidad, su vivacidad, su crueldad formal. No conoce esa elasticidad mística, la disolución del cuerpo en sus diversos miembros, que permite al gato caer sin aplastarse en el suelo. Pues por si sola cada parte es ligera, es la gravedad del conjunto la que nos pierde. (47)

Muy pronto las gafas ya no serán una prótesis, sino el atributo hereditario de una especie en la cual habrá desaparecido la mirada. (62)

La velocidad de las cosas que se te escapan, que de pronto se alejan de ti a una velocidad loca, como dotadas de una fuerza de repulsión, como el jabón que se resbala de los dedos en la bañera. (159)

Jean Baudrillard
Cool Memories. Barcelona, Anagrama. 1989

lunes, abril 16, 2007

En boca tuya

Me gusta cuando callas
Pablo Neruda


Será la boca tuya
Será el laberinto ténue de tu boca
Serán las bembas
Posarme ampliada en esa carnosidad
de azucenas en la tarde

Será la colección de vudús de juguete
El peluche del conejo muerto
Más vudús, la morbosidad
tierna de tu boca

Cómo haces, me dices:
haces como estas travesuras
oscuras que me invento

Para qué mi boca



Todas las aceitunas

Él me dice, quisiera regalarte todas las aceitunas. Yo lo miro en silencio, con la candidez de una niña a quien le prometen mojarse en el aguacero cálido, como aquellos días en que todo era correr patines, bañarse en la lluvia. Ya no quiero aceitunas. Quiero la certeza para apalabrar ahoras. Quiero que el intérprete sepa la lengua original. Él no la sabe y no lo culpo. Esas cosas se intuyen, no como el sudor que ya no se sabe a quién le pertenece, que ya no se sabe de quién es. Eres hermosa, me dice, al verme suya en el espejo. Esa que miras no soy yo, pienso, cuando dices “te ves” como si fuese divisar un oasis en algún desierto que nunca imaginamos. Busco la certeza que apalabra. Certeza estraviada. Desvío de espejos. Él me mira encima suyo, donde mi espalda se ha vuelto lumbre remota. Veo una lágrima deambular la mejilla y cierro los ojos, para que no nos perturbe, aunque eso no impida que la lágrima baje y se deslice por el lóbulo de su oreja, atraviese la yugular del cuello y yo me la tome.






Serie "Espejo de volutas 6", 2007

domingo, abril 15, 2007

La puerta azul

Me voy hacia alguna parte pronto. No sé lo que me espera. A quién conoceré. A quien no (esto suele ser igual de importante). Me voy hacia. Es todo lo que sé. Hacia la puerta azul. Aquella que retraté algún día que no vaticinaba. Y me despido del afuera con los pulmones recogidos en su caparazón. Tranquilos. Un hombre pasaba cuando menos la puerta lo esperaba. No la tocó. Siguió su rumbo (si llevaba alguno-esto tampoco suele suceder) y ella se quedó allí recordando lo que pudo haber pasado si se detenía y reposaba su codo en el umbral.
Pittsburgh, 2007

sábado, febrero 24, 2007

Erizos


Úrsula no se pinta a menudo los labios, sino que se los moja en saliva. Para Helena, en cambio, el chasptick es una extensión de su mano. Amarga se unta miel roja, para las úlceras.


-Compramos unos relojes que no sabemos usar-, les contó Helena a sus vecinas. El otro día, Tristán y yo los pusimos en hora a la vez. Fijamos la alarma para eso de las seis de la mañana. Cuando sonó, levanté a Tristán y a la niña, nos vestimos y arreglamos y, al encender la computadora para revisar la temperatuta (no entendemos cómo sucedió), eran las cuatro de la mañana.


Helena miró por la ventana. Estaba sentada en la mesa del comedor, entre ella y la ventana había un florero con margaritas púrpuras, una toronja y tres ceniceros. Amarga y Úrsula, las vecinas de Helena, tenían una plaga de ratones en un armario trasero de la casa. Tras extensas investigaciones de campo, habían elaborado una teoría radactada en capítulos de cómo exterminar a los roedores. El secreto era la mantequilla de maní.

Entonces, qué hicieron, le preguntó Úrsula a Helena, que se enrroscaba en los dedos de la mano izquierda los extremos de la bandana que llevaba puesta, y con los de la derecha se llevaba un cigarillo a la boca. Amarga chasqueba con la punta del pie las losetas grises mientras pensaba en revisar que no hubiera caído en alguna de las trampas otro ratón.

Nos volvimos a acostar, contestó Helena. Pensaba continuar con los detalles, cuando de repente, Amarga se aclaró la garganta y dijo: “La mantequilla de maní no es suficiente”. ¿Cómo dices?, preguntó Úrsula a Helena para retomar la conversación. Amarga y Úrsula llevaban meses discutiendo detalles sobre la aniquilación de los múridos. La última conversación al respecto fue algo similar a ésta:

Úrsula- El género Mus.
Amarga-¿Cómo?
Úrsula-Los ratones pertenecen al género Mus.
Amarga-Estoy cocinando.
Úrsula- Ah, disculpa, pero ahí está la clave.
Amarga-Pélame esta cebolla.

Úrsula, Amarga, Úrsula, Amarga y de vez en cuando Helena. Úrsula añadió: “Hay que untarle mantequilla de maní al salami”.

jueves, febrero 15, 2007

Las aguas de Mara y de Elim

Éxodo 15

22 Moisés les ordenó a los israelitas que partieran del *Mar Rojo y se internaran en el desierto de Sur. Y los israelitas anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua.
23 Llegaron a Mara,[
b] lugar que se llama así porque sus aguas son amargas, y no pudieron apagar su sed allí.
24 Comenzaron entonces a murmurar en contra de Moisés, y preguntaban: «¿Qué vamos a beber?»
25 Moisés clamó al Señor, y él le mostró un pedazo de madera, el cual echó Moisés al agua, y al instante el agua se volvió dulce.
En ese lugar el Señor los puso a prueba y les dio una *ley como norma de conducta.
26 Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis leyes y mandamientos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor, que les devuelve la salud.»
27 Después los israelitas llegaron a Elim, donde había doce manantiales y setenta palmeras, y acamparon allí, cerca del agua.
Footnotes:
Éxodo 15:19 15:19 jinetes Alt. aurigas.
Éxodo 15:23 15:23 En hebreo, Mara significa amarga.

lunes, diciembre 18, 2006





ese vestido
nuevo
que
necesito






-yo que siempre tuve aquella vocación por la aurora
yo. ¡yo! que empeñada en la luz
cocía casi hasta quemarme en mi propio caldo de tiniebla.
mírenme aquí empañada yo que siempre siempre
apostaba al punto que desatara la claridá
que me jugaba todos mis vestidos y hasta las lágrimas.
¿qué ha pasado? ¿quién me dice? si todavía recuerdo
cuando calculadora o desesperada, comoquiera
tiraba contra lo oscuro cocuyos como flechas perforando la sombra
no importaba si era el día más triste, ni cuál muerte acechaba
ni si se me metía lo malo en la cabeza, o
si el pantano atragantaba la garganta.
yo comoquiera iba. y ahora de pronto coño
no puede ser no puede ser
este zarpazo de sombras afiladas que me deja en jirones.
¿cómo es esto? ¿que porque tú chapoteando en la miseria
me olvidas abrazándome? ¿que quiebras la caricia así
porque sólo te importa tu pendeja agonía? no puede ser.
está bien, ya sé que está descajonado del pecho todo el amor
el beso desmembrado, y los retazos de azul
desperdigados por ahí como si no importaran
pero tanto no es para tanto. después de todo
es sobre ti que escupes; es a ti a quien desdeñas
cuando amándome olvidas así la vida que te doy.
no importa. yo recojo. con las mismos retazos
puedo coser una cortina antigua, combinando las puntas
de las estrellas quebradas para inventarme otras;
con el resto
puedo hacerme ese vestido nuevo que necesito para jugármelas.



angelamaría dávila, la querencia. (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2006) 73-74


Ilustración: Alex J. García/ Amores pulpo, 2006

domingo, noviembre 19, 2006

Me dediqué a morirme

Mire usted: entonces quise darle las gracias a la mata de corojos por haberme salvado y le fui a pasar la mano por el tronco. Y la muy mal agradecida: me agarra la mano y me la llena de espinas que salían ya por el otro lado. Entonces sí que me puse furioso. Pero el dolor era tanto que hasta la furia se me fue pasando y me dediqué a morirme, como dice mi madre que uno siempre se está dedicando.

Reinaldo Arenas, El mundo alucinante

sábado, noviembre 18, 2006

porfirio y su coco

Les presento a Porfirio. ¿Recuerdan lo que alguna vez les dije sobre las tortugas? Pues bien. Siempre he sido un poco cruel con las mascotas, de un modo muy tierno debo señalar. No me las como, por ejemplo. Aunque es lindo observarlas, tenerlas a mi alcance.

Fui hace poco al Chinatown de Chicago y en la vitrina de una tienda de souvenirs, estaba Porfirio encaramao en otro de su especie.

Un niño como un pequeño jugador de sumo era el encargado de las tortugas acuáticas de orejas rojas, mejor conocidas en las élites como Trachemys Scripta Elegans. La abuela del niño no hablaba inglés, y el niño era el intérprete. Le preguntamos que cómo sabíamos si era hembra o macho. La abuela agarró la pecera, miró por debajo a la tortuga y concluyó: Me! Me! Queriéndonos decir, por supuesto, que era hembra.
Mi roommate quería una tortuga (hasta le tenía el nombre seleccionado: Porfirio Díaz, para que tenga una vida muy larga) pero en el pueblo en el que vivimos, a hora y media de Chicago, las tortugas no son legales, o mejor dicho, son ilegales. Faltaba poco para su cumpleaños. Sólo teníamos que cruzar (la tortuga incluida) la frontera estatal en el tren, y atravesar el truculento y emblemático Gary.

Desde entonces, Porfirio es el nuevo compañero de Perpetuo Socorro, el pez betta, que tengo casi amaestrado para que salte y tome la comida de mi dedo, como delfín.
Lo último de Mister Díaz es que en vez de usar su coco como cueva se nos trepa en el coco el contrallao. No sabemos cómo. Nunca lo vemos mientras sube sino que lo mangamos trepao. Aquí la prueba.
Queridos cibernautas,


Llegó la hora de afrontarlo. Tengo un "Popup" instalado en el blog, un okupa, un spam reincidente. Estoy segura que a todos los que entran a la página sin bloquear sus "Pop ups" se les abre la misma ventanita entrometida que a mí. Me rindo. No sé como llegó y menos como sacarla de aquí. He pensado en cambiar de página, desalojar ésta e irme con mis bártulos a otra casa virtual que no esté tomada. No sé ni que tipo de promoción ofrece el "Popup" porque por lo menos mi ordenador lo bloquea a tiempo, pero siempre hace ese pequeño y sútil chasquido, como de popcorn recién explotado que me exaspera. Si alguien sabe cómo eliminarlo de la página, por favor, gracias.

La gerencia

lunes, octubre 09, 2006

"Revoloteando como un insecto"
Estás en una sala amplia llena de butacas. Uruguay, 1917. Las luces se apagan y en la pantalla una pareja danza sin colores ni música. Cine mudo, piensas. De repente, un joven que parece tener entre quince y diecisiete años camina por el corredor de la sala azorado (que es como decir que las baldosas rebotaban al compás de sus zapatos) hasta llegar a un pequeño piano de madera recostado de la pared junto al telón en el que se reflejaba la imagen claroscura. Imagina ahora que estás en Montevideo. Parace ser el mismo joven. Ahora tiene 10 años más y espera detrás de una columna decimonónica de teatro neoclásico a que empiece la función, su función, en la que hará el papel de concertista, su papel, uno de sus papeles. Imagina ahora, y quizá ya esto te lo imaginaste desde un principio, que ese joven se llama Felisberto Hernández. Imagina que escribió el cuento "Úrsula", alguna vez en Francia.

Felisberto Hernández fue un concertista, un pianista, un nómada, un viajero y el dueño efímero de una librería llamada “El burrito blanco”[1]. Fue el esposo de María Isabel, de Amalia, de María Luisa y de Reina, en épocas diferentes. Vivió en Montevideo, en Buenos Aires y en París. Toco en muchos cafés y tomó muchos cafés. Dicen que tuvo poco éxito y pocos amigos, que en París nunca salió del hotel Rue Rollin. Felisberto Hernández no conoció en persona a Cortázar, pero Cortázar admiró a Felisberto y le dedico el texto “ Carta en mano propia”, que trata sobre el desencuentro: “En fin, Felisberto ¿vos te das cuenta, te das realmente cuenta de que estuvimos tan cerca, que a tan pocos días de diferencia yo hubiera estado ahí y te hubiera escuchado” (Ayacucho, xi). Esto le escribe Cortázar a Felisberto posmortem, pero en presente porque para el autor de “Nadie encendía las lámparas” (1947), “Las Hortensias” (1949) y “Tierras de la memoria” (1965), entre otros, los recuerdos son unos niños majaderos que quieren abrir la alacena de los dulces a la hora de la cena, que es como decir la historia. Italo Calvino, Onetti, Carlos Fuentes, Saer, Angel Rama, todos los admiraron, todos pensaron que no se parecía a nadie.

“Úrsula” fue publicado en el cuaderno núm. 51 de Enciclopedia Uruguaya, en octubre de 1969. Felisberto murió el 13 de enero del 64. “Úrsula” y “La mujer parecida a mí” me recuerdan en algo a “El asno de oro” de Apuleyo (Por favor, que alguien haga un estudio sobre los paquidermos en Felisberto). Dícese en ese tomo cuasi mítico de la bien ponderada editorial Ayacucho que Felisberto escribió “Úrsula” , posiblemente en el 1946 becado por el gobierno de Francia, tras zarpar del navío Formose, que alguna vez estuvo anclado en el puerto de Montevideo, en octubre. En noviembre pasó una temporada en Bois, en donde dice la fábula que surgió “Úrsula”, inspirado posiblemente en alguna de las vacas varadas en medio del rodaje de los trenes, que tenía algo diagonalmente similar a la esposa del panadero, probablemente las ubres.

“Úrsula era callada como una vaca”, dice Felisberto y la palabra clave para entender no tan solo este cuento sino mucha de su obra es un adverbio de modo: “como”. El mundo de Felisberto, la galaxia, quiero decir, es en realidad el paraíso de las símiles. Eres como una vaca, o pareces una vaca son cláusulas muy distintas a eres una vaca, en la cual la imagen ya está transformada. Mas aún, “Úrsula era callada como una vaca” no es como decir “Ana era callada como una vaca” o “Úrsula era callada como una silla”. Úrsula es, en definitiva, el nombre idóneo para una mujer que parece una vaca. El mundo de Felisberto (nótese que éste es uno de esos autores a los que se les llama por el nombre y no el apellido, y hasta en eso no se parece a nadie, uno de los pocos, como Macedonio), el mundo de Felisberto es ése en el que todo parece otra cosa, en el que nada es lo que parece ser, y en el que esa nada resulta siempre ser una sorpresa, una agudeza mental, una mirada diagonal de la realidad. Felisberto escribe como pinta Holbeins sus anamorfosis, es decir, escribe para mirar desde otro sitio, para detenerse en los fragmentos, como cuando dice: “los ojos se movían debajo de los párpados como personas dormidas bajo las cobijas” (122). Qué manera tan hermosa de decir que los párpados son a los ojos lo que las cobijas a las personas. En los cuentos de Felisberto, el juego, la caricatura, los resquicios, las fugas son la aguja que entreteje la trama. Son sucesos, como dijo Verani, “inexplicablemente dislocados” (63).

La realidad es una canción rota que hay que decir en pedacitos, parafraseando a un poeta isleño[2]. Me parece particularmente sorpresiva, inesperada –embadurnada en el extrañamiento de los formalistas rusos- la manera en la que Felisberto altera los espacios, es decir, los cuerpos en los espacios, como si hubiese una distancia inquebrantable entre ambos, no como si fuera un cuerpo en un espacio sino como lo contrario: “Su cuerpo parecía haberse desarrollado como los alrededores de un pueblo por los cuales ella no se interesaba” (122). La idea de un cuerpo que no les pertenece a los espacios, de un cuerpo que no se pertenece es uno de los conceptos recurrentes en la obra de Felisberto. En las notas al “Diario del sinvergüenza”, Felisberto escribe:
Una noche el autor de este trabajo descubre que su cuerpo, al cual llama “el
sinvergüenza” no es de él; que su cabeza, a quien llama “ella”, lleva, además,
una vida aparte: casi siempre llena de pensamientos ajenos y suele entenderse
con el sinvergüenza y con cualquiera. (Notas para el Diario del sinvergüenza,
246)

Una cosa quiero señalar, no nos parece que Úrsula estuviera tan desinteresada por los espacios que la rodean como él nos dice. Úrsula, con su boca carnosa, sus alrededores desplegados, su lengua de vaca, que es como decir francesa, conocía bien a Felisberto. Siempre supo que él nos contaba cómo “la revoloteaba como un insecto” (132). Piensa en una vaca en el campo sacándose las moscas con el rabo, ahora piensa que Felisberto es a Úrsula lo que las moscas, a las vacas. Puras agudezas de proporción, nos dirían los barrocos. Úrsula es mi cómplice, tú cómplice, si descubres que cuando se va del cuarto de Felisberto tú te vas con ella.

Hernández, Felisberto. Obras completas, vol. 3. Siglo Veintiuno Editores, Argentina, 1983. --------Novelas y cuentos. Ayacucho, Caracas, 1985.
Camarillo, Glenis. " Lo grotesco en el cuento 'Ursula' de Felisberto Hernández". Revista de literatura hispanoamericana, 48:2004
Ferré, Rosario. El acomodador: una lectura fantástica de Felsiberto Hernández. Tierra Firme. Fondo de Cultura Económica, México, 1986.
Gómez Mango, Lídice (editor). Felisberto Hernández, notas críticas. Cuadernos de literatura, Fundación Universitaria, 16. Paysandú, 1970.
Paolini, Claudio. “Felisberto Hernández:escritor maldito o poeta de la paz”.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/paolini.html

Verani, Hugo. “Felisberto Hernández: la inquietante extrañeza de lo cotidiano”. Cuadernos Americanos, vol 14, 1989: 56-76
[1] Ferré, Rosario. El acomodador:una lectura fantástica de Felisberto. Fondo de Cultura Económica, 1986. [2] “Hay una canción, pero está rota- y es inútil decirla en pedacitos”. José María Lima, La sílaba en la piel. Editorial Qease, Río Piedras, 1982.

domingo, octubre 08, 2006




POEMAS EN CATALáN
sèrieAlfa
Joan Navarro, editor
[ Panamericana.]

Poetes americanes nascudes a partir de 1976
arte: amber, de zak smith

lunes, octubre 02, 2006

Souvenirs: editoriales argentinas (Primera parte)
En Buenos Aires, conseguí muchos libros (obvio) increíbles. La mayoría de éstos, no costosos sino lo contrario. La calidad de las ediciones óptima. Dos son las editoriales que me interesa promocionar para futuros viajeros y ciudadanos del Cono Sur. Sus nombres son: Ediciones Deldiego y Ediciones Vox. Aquí algunos fragmentos y poemas sueltos a manera de guía turística para lectores.

Ediciones Deldiego- Son libritos del tamaño de una mano abierta. Pueden incluir poesía o prosa poética, con portadas de colores, todas distintas. Al final, cada colofón es diferente, lo que la da cualidades fetichistas a los ejemplares. Por ejemplo pueden terminar de este modo:


Imprimatur

Parafern…se comenzó a imprimir el día
24 de agosto de 2000.
Para esta ocasión Diego ofreció una libación,
Escanciándose Fernet genérico
Comprado en un Pantry a la madrugada.

Sic erat in fatis

En: Parafern de Francisco Garamona

Diego es el editor imaginario, que celebra con sus amigos cada publicación porque, según indica, esta colección es “para amigos antología general de la poesía joven argentina”. No sé ustedes (yo no se tú, blogosfera, puedo decir también), pero a mí me encantan esos detalles en los libros, qué les puedo decir.

Peras
De una inagotable lucidez. La lluvia era. Con señales de espinas. Sumergidas las latas en la tierra con un martilleo de piedritas. Leve, salpicaba, corría el agua: una membrana para la sed, o espejo, en que la miel se ha concentrado. Y esas marcas, cicatrices, dentelleos, que la nieve y la sangre destilan. Al fin. Todo tiende hacia el fin. Los bordes. Las orillas. En esa réplica, fluido artificial: faldas de algodón, charcos imantados, nubes de hielo y cromo. Los límites son un abismal cantelleo negro que avanza. Luces desde encajes plásticos. Velas desechas de barca. Momentáneos monstruos en los remolinos. Púas con su lumbre torcida.

José Villa, Cornucopia. Buenos Aires: Ediciones Deldiego, 2001.

JauríaTomo a mi hija
En brazos y corro por la playa
Parte de la jauría

Perseguido entre ladridos

Un perro pequeño
Se entierra en el barro

Dominó Carcajón. ParaisOcéano. Buenos Aires: Ediciones Deldiego, 1998.

Los actores no mueren
se van a los títeres
(fragmento)

Carne radioactiva es el baile final
y el diablo anda suelto por el desierto.
Simón, es tu cruz, allí donde trabajas.
Animales mal preñados se prenden de tu pelo,
perlas de confusión que flotan en el sexo.
¿Te acordás? Como voy yo. Como vos.
La ciudad cambió en este tiempo,
cachos de cebolla de los que trajinan
en el pie de una barraca de día,
tras los vidrios sucios de los anteojos.
En la casa de calma y en la de ruidos,
bajísimo ataúd, vientre alpino, a la altura
de la cabeza de los insectos.
En el desierto Simón, en tus palabras,
eres el albañil de un cuerpo desavenido
de su carne. Yo lo oigo de noche,
el diablo anda suelto, mucho peso
en esta carne de baile. Pero justo vos,
ahora en la casa, papafrita,
yo no te conozco, vade retro espejismo,
espectro. No tengo, paciencia, ni ciencia,
pereza y mentira, bigotes de leche cuaja,
para vos Simón en el desierto de tu nombre,
y en la cantinela de la cantinera,
y en el culo verde de las bestias:
La única palabra que entendí fue sequedad.

Francisco Garamona, Parafern. Buenos Aires: Ediciones Deldiego, 2000.
Mi madre es un pezMi madre nació de un huevo en el río
clavé a mi madre porque nació en el río.
Yo vine de ella. Mi hermano vino de un caballo,
mi madre lo parió cuando era yegua
y a mí cuando pez.

Nadie comió a mi madre cuando era huevo.
Yo la clavé para que no la comieran.

Mi otro hermano está loco y lejos.

Y ella
hermana de caballo, pez y loco,
se embarazó.
Su hijo es de algodón.

Mi padre murió sobre mi madre
pero le nació un caballo, un pez, algodón y un loco.

El otro cae
y se quiebra.
Es carpintero,
corta madera hasta dejarla como el cuerpo.



Melissa Bendersky, Nido de ballena. Buenos Aires: Ediciones Deldiego: 2001.
La memoria involuntaria
(análoga a la metáfora)

Los recuerdos en el amor no son una excepción de las leyes generales de la memoria, regidas a su vez por las leyes más generales del hábito. Dado que éste todo lo debilita, aquello que justamente nos evoca a un ser es justamente lo que habíamos olvidado (algo insignificante a lo que precisamente por eso dejamos toda su fuerza). Porque la mejor parte de nuestra memoria está fuera de nosotros, en una brisa húmeda, en el olor a cerrado de una estancia o en el aroma de un primer fuego, allí donde encontremos algo de nosotros mismos que desdeñó nuestra inteligencia por no verle el uso, la última reserva del pasado, la mejor, aquella que sabe hacernos llorar cuando nuestras lágrimas parecían haberse secado. ¿Fuera de nosotros? Mejor dicho en nosotros, pero sustraído a nuestra propia mirada, en un olvido más o menos prolongado. Sólo gracias a este olvido podemos de vez en cuando recuperar el ser que fuimos, situarnos frente a las cosas como lo estuvo él, sufrir de nuevo, porque ya no somos nosotros sino él, y él amaba eso que nos es ahora indiferente. A la luz de la memoria habitual, las imágenes del pasado palidecen poco a poco, se disipan, nada queda ya en ellas ni volveremos a encontrarlas. O más bien no volveremos a encontrarlas si no fuera porque algunas palabras quedan cuidadosamente guardadas en el olvido, lo mismo que se deposita en la Biblioteca un ejemplar de un libro que de no ser así sería inencontrable.

Marcel Proust, De la Imaginación y del deseo. María del Mar Duro,traductora. Barcelona: Ediciones Península, 2001: 104

domingo, octubre 01, 2006

Vuelta


El gato de Julio se llamaba Teodoro Adorno. No por ello leo hasta las dos de la mañana, bajo la luz de mi lamparita roja, como de diseño animado, un libro tan delicadamente pesimista como Minima Moralia. No por ello leía el miércoles por la tarde, junto a la ventana, velando el silencioso pastar de los venados, “El perseguidor”. Resulta que hasta ese día no había visto a los secuaces de Diana en los alrededores, tan cerca. Tres. Entonces, mi mirada era hacia los venados como un perseguidor hacia un pianista en tarima. Un pianista llamado Felisberto, tal vez.
Tras el espejo (fragmento)
El escritor se organiza en su texto como lo hace en su propia casa. Igual que con sus papeles, libros, lápices, carpetas que lleva de un cuarto a otro produciendo cierto desorden, de ese mismo modo se conduce a sus pensamientos. Para él vienen a ser como muebles en los que se acomoda, a gusto o a disgusto. Los acaricia con delicadeza, se sirve de ellos, los revuelve, los cambia de sitio, los deshace. Quien ya no tiene ninguna patria, halla en el escribir su lugar de residencia. Y en él inevitablemente produce, como en su tiempo la familia, desechos y amontonamientos. Pero ya no dispone de desván y le es sobremanera difícil desprenderse de la escoria. De modo que al tener que estar quitándosela de delante corre el riesgo de acabar llenando sus páginas de ella. La obligación de resistir a la compasión de sí mismo incluye la exigencia técnica de hacer frente con extrema alerta al relajamiento de la tensión intelectual y de eliminar todo cuanto tiende a fijarse como una costra en el trabajo, todo cuanto discurre en el vacío y todo lo que quizá en un estadio anterior se desarrollaba, creándola, en la cálida atmósfera de una charla, pero que ahora queda atrás como algo mustio e insípido. Al final el escritor no podrá ya ni habitar en sus escritos.


Theodor Adorno, Minima Moralia: reflexiones desde la vida dañada.
Joaquín Chamoro Mielke, traductor. Madrid: Taurus, 1987: 85-86

sábado, septiembre 30, 2006

ADUBO



Powered by Castpost


El grupo de teatro Tucan, bajo la dirección de Hugo Rodas, presentaron en julio la obra Adubo: ou a sutil arte de escoar pelo ralo, en el teatro de la Caixa en Curitiba. Rodas, quien perteneció al legendario grupo de Teatro Oficina, liderado por Zé Celso, figura clave del tropicalismo, lleva 30 años en Brazil, aunque es uruguayo. Adubo, que puede significar fertilizante/chiste/adobo, es un drama basado en el motivo de la muerte, creado a manera de “pastiche”, intercalando textos de Epicuro, Bukowski, Charles Baudelaire, Rimbaud, por mencionar algunos. Aunque el libreto es una tejido que hilvana muchos otros, las costuras no son un problema para este grupo de teatreros que dominaban tanto la actuación, como el movimiento corporal, la danza, la música improvisada y hasta el dibujo. Este fragmento no recoge lo que fue, pero si logran bajarlo, que lo disfruten. En escena: André Araújo, Juliano Cazarré, Pedro Martins y Rosanna Viegas.

sábado, septiembre 23, 2006

Anécdotas del regreso

La primera semana me caí de un caballo, quiero decir de una yegua, o en última instancia una poni, una cuadrúpedo llamada Angel (léase en inglés). No hubo daños mayores.
La segunda semana me robaron la bicicleta amarrada con cadena frente a la biblioteca.
La tercera semana mi amiga me prestó su bicicleta y me la robaron del edificio principal, de día, sin cadena, tengo que admitir.
La cuarta semana me compré una bicicleta, una cadena y una cestita de metal para llevar libros.
La quinta semana me caí de la bicicleta y terminé en el hospital. Me fueron a rescatar los bomberos. Además de un hombro muy adolorido, no me pasó nada.
Aunque parezca insólito, esta semana me robaron la bicicleta de nuevo, encadenada, al medio día con cesta y todo.

martes, junio 27, 2006

en casa del cerrajero duerme el perro


este pitbull descansa y mira apacible mientras su dueño copia las llaves de todas las puertas de las zonas aledañas al barrio paternal, con la seguridad del que sabe que no tiene que cuidar ninguna morada. he tomado muchas fotos de perros y gatos, pero ésta hasta el momento es mi favorita. que la disfruten.

lunes, junio 26, 2006

El Lobo

En el Camerín de las Musas en Buenos Aires se presenta actualmente El Lobo, de Pablo Rotemberg. La pieza de danza-teatro es una especie de rito escatológico, de exorcismo canino, de concierto de piano en clave de pintura oscura de Goya. En el escenario, que recrea un baño con bidet, inodoro y lavamanos, también habita un piano. Rotemberg toca el piano y baila en el espacio más allá de la imaginación, mostrando dominio de ambos medios al mismo nivel (que supera lo excelente, diría yo, sin querer sonar hiperbólica). El lobo se enjaula en el espacio de lo privado ( el baño) por voluntad propia. Expulsa el sufrimiento del cuerpo emocional a través del físico. Se viste y desviste de lama ( que es como decir de la ropa, que a la vez es como decir del fango que nadie quiere ver en las alcantarillas). Así, Rotemberg contamina los pensamientos más pulcros, te obliga a ser voyeur del asco, y se redime luego de embarrarte de danza hasta el aullido.

El doble de Gael

En el Camerín también, mientras comía con Sole, luego de correr bici por unas cuantas horas, le digo: Sole, mira a tu derecha-ahí está Gael García (Se lo dije bajito, para no sonar muy fan) . Sole mira y, desconfiada, alega. No, ése no es. Es muy bajito. Además, cómo lo vamos a tener ahí al lado, solo. Sole, ése es. El chico estuvo unos segundos al lado nuestro y luego se fue. Como mi amiga ha tomado talleres en el lugar conoce al dueño que, al vernos, se acercó a saludarla. Sole le dice que yo pensé haber visto a Gael García en el local, a lo que el dueño contesta. Pues pensó bien. Las dos soltamos una exclamación que a la vez decía hasta nunca Gael, cuando el dueño del Camerín añade: pensó bien, porque ese chico es el doble. Gael García rodará una película con un director que está ensayando en el local, y como el chico anda ocupado por el mundo, el cineasta ensaya a los actores con el doble. Ese es el doble de Gael, concluye el dueño, sólo que Gael es un poco más bajito

Sobre la Secta de los Perros

"De corte más informal y con un discurso más desenfadado, el segundo número de “La Secta de los Perros” es una revista de formato más pequeño, con un diseño gráfico más pop, que nos recuerda a veces una novela gráfica. Se trata de una revista más “hipe”, donde se acogen voces heterogéneas sin otro norte que no sea celebrar el discurso literario experimental y paródico. Apretado en 27 páginas, podemos leer en este número, entre otros, el discurso paralingüístico de Aravind Adyanthaya, la ciencia ficción con escolios de Pedro Cabiya, la poesía homoerótica de Manuel Clavell, una crítica embriológica de Pepe Liboy, así como una deliciosa reseña sobre una película porno de Armando Cruz Cortés. Editan la revista Rafael Acevedo y Mara Pastor."
Por Francisco Font Acevedo Viernes, 23 de junio de 2006

domingo, junio 18, 2006

El patio de Cucha Cucha

estoy en buenos aires. había querido escribir desde que llegué y ahora no sé que decirles. hacía dos años que soledad y yo no nos veíamos. la ciudad me encanta. la camino con ella como si la conociera. es verdad que las librerías nunca cierran. mi amiga vive en una cabaña en la parte de atrás de una casa antigua en la que viven siete personas. el baño queda en la casa y yo soy de las que siempre me levanto por la noche para ir al baño. en el patio viven tata y poncha. dos bestias amigas. que siempre quieren jugar conmigo cuando cruzo a oscuras en la madrugada. aquí les envío directamente desde el barrio paternal, para la secta de los perros, las satas de cucha cucha:




Powered by Castpost