jueves, mayo 15, 2008

El sabotaje amoroso (Anagrama 2003), de Amélie Nothomb, es la biografía de una niña de siete años que emigra con sus padres de Japón a China y reside allí de 1972 a 1975. La niña vivirá en el gueto San Li Tu, en donde viven los diplomáticos y sus familias. Dentro del gueto se zampa una guerra sin cuarteles entre los niños de las distintas nacionalidades. Es en este contexto que la protagonista se enamora de otra niña italiana llamada Elena. Hay un pasaje increíble en el que la protagonista vincula su primera lectura de la Ilíada y la guerra de Troya causada por Helena con su amor por esta otra Elena y las guerras que causamos. Aquí el fragmento:

Elena se mantenía por encima del bien y el mal.
Más tarde, leí una oscura historia que trataba sobre una guerra entre Troya y los griegos. Todo había empezado por culpa de una soberbia criatura llamada Helena.
Detalle que, como era de suponer, me hizo sonreír.

Evidentemente, no podía aspirar al paralelismo. La guerra de San Li Tun no había comenzado por culpa de Elena. Y esta última nunca quiso tener nada que ver con el conflicto.

Curiosamente, la Ilíada me ha informado menos sobre San Li Tu que San Li Tu sobre la Ilíada. En primer lugar, estoy convencida de que de no haber tomado parte en la guerra del gueto, nunca habría sido tan sensible a la Ilíada. Para mí, el origen no fue el mito sino la experiencia. Y me atrevo a creer que la experiencia me ha iluminado algunos aspectos del mito. En particular sobre el personaje de Helena.

¿Existe historia más halagadora para una mujer que la Ilíada? Dos civilizaciones se despellejan sin piedad y hasta las últimas consecuencias, el Olimpo interviene, la inteligencia militar conoce sus cartas de nobleza, un mundo desaparece, ¿y todo por culpa de quién? De una hermosa chica.

Uno se imagina de buena gana a la coqueta presumiendo ante sus amigas:
-¡Sí queridas, un genocidio e intervenciones divinas sólo para mí! Y no hice nada. Qué queréis que haga, soy guapa, no puedo evitarlo.

Las relecturas del mito han reflejado aquella desmedida futilidad de Helena, que se convertía en la caricatura de la arrebatadora egoísta, a la que le parecía normal e incluso encantador que la gente se matara en su nombre.

En mi caso, cuando hacía la guerra, conocí a la bella Elena, y me enamoré de ella, y por culpa de eso tengo una visión distinta de la Ilíada.

Porque vi cómo era la bella Elena, cómo reaccionaba. Y eso me inclina a pensar que su lejana y homónima antepasada era igual que ella.

Así pues, creo que la bella Helena le importaba un bledo la guerra de Troya hasta un extremo difícil de concebir. No creo que se vanagloriase de ello: eso habría supuesto hacer excesivos honores a los ejércitos humanos.

Creo que estaba infinitamente por debajo de aquella historia y que se miraba en los espejos.
Creo que necesitaba ser mirada, y poco le importaba que fueran miradas de guerreros o miradas pacifistas: miradas, esperaba que le hablaran de ella, y sólo de ella, no de aquellos que se las dedicaban.

Creo que necesitaba ser amada. Amada: no, no se le daba bien. A cada uno lo suyo.
¿Amar a Paris? Me sorprendería. Pero amar que Paris la ame, eso sí, y no preocuparse por nada más de lo que Paris pudiera hacer, también.

¿Al fin y al cabo qué es la guerra de Troya? Una barbarie monstruosa, sanguinaria, deshonesta e injusta en nombre de una hermosa a la que le importaba un bledo.

Y todas las guerras son la guerra de Troya, y a todas las causas nobles por las cuales se libran les importa un bledo.

Porque la única sinceridad de la guerra es la que no se dice: si uno hace la guerra es porque la ama y porque es un excelente pasatiempo. Y uno siempre encontrará una noble y hermosa causa para hacerla.

Así pues, la hermosa Helena hacía bien en no darse por aludida y en mirarse en los espejos.

Y me gusta mucho aquella Elena, que amé en 1974, en Pekín.

Traducción de Sergi Pàmies. (142-145)

1 comentario:

  1. buenos dias desde madrid, mara

    maria llego el sabado, tiene muchas ganas de ir a michigan, y de verte

    me alegra ver abajo lo de la medel. le hice reportajes, nos hicimos amigas, es una buena persona...


    muchs besos desde esta ciudad de cielos
    cuando llegas?

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