Ayer en casa de unos amigos un pequeño de cuatro años llamado Emiliano me trae su pelota morada y me dice:
-¿Por qué esta pelota es morada?
Yo escribía en la computadora. Me detengo, lo miro y le pregunto.
-De qué color quieres que sea.
-Azul.
Y se encoge de hombros. Yo le digo.
-Pues no está tan lejos del azul porque el morado se forma con azul y rojo.
El localiza una silla roja y pone la pelota encima. Me dice:
-Y ahora por qué no cambia a azul.
Le digo, por qué tiene que ser con crayolas.
-Ah, yo traje.
-Bueno, pues con las crayolas mezclas azul y rojo y sale morado.
Emiliano se fue adonde su mamá y le dijo.
-Podemos colorear la pelota, ¿verdad?
-¿Por qué esta pelota es morada?
Yo escribía en la computadora. Me detengo, lo miro y le pregunto.
-De qué color quieres que sea.
-Azul.
Y se encoge de hombros. Yo le digo.
-Pues no está tan lejos del azul porque el morado se forma con azul y rojo.
El localiza una silla roja y pone la pelota encima. Me dice:
-Y ahora por qué no cambia a azul.
Le digo, por qué tiene que ser con crayolas.
-Ah, yo traje.
-Bueno, pues con las crayolas mezclas azul y rojo y sale morado.
Emiliano se fue adonde su mamá y le dijo.
-Podemos colorear la pelota, ¿verdad?
Colonia La Roma, D.F México
pues, yo sé que ternura no es un concepto válido en la crítica literaria. pero esto es de una ternura que desarma. uno quisiera darle un abrazo a emiliano. y otro a ti porque sabes que ahí está lo que nos hace humanos. en el azul, el rojo y el morado. en la pelota. en la pregunta del niño.
ResponderBorrareste texto, así dejado ir, de una inmensa ternura, me gustó mucho, mucho.
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