sábado, marzo 21, 2015

"Pues mi memoria, al recordarte es el mal augurio del pájaro chukao", Elicura Chihuailaf


Parece un contrasueño la ciudad

En el humo veo irse los susurros
de las calles lejanas
confundidas en el misterio
de la neblina
Me parece un contrasueño
la ciudad
mas, nada hay esta mañana
que pueda hacerme olvidar
tus palabras,
pues mi memoria, al recordarte
es el mal augurio del pájaro
chukao
que me ha pedido regresar
¿Qué haces?, me digo
¿eras nada más la sombra
el vuelo perceptible de
la muerte?
Las flores ficticias de tu amor
me hicieron pensar en el tiempo
de la inquietud
ayvn, ayvn, voy gritando
amor, Amor ¿alguien conoce
tu vertiente?

Nadie, nada hay en esta Tierra
que pueda darme una respuesta
La serpiente Kay Kay me acerca
al sol
¿Es tan breve la vida?, le digo
Entrando va mi espíritu
en la blancura del volcán
pero, ay Genechen
en este sueño amargo
mi corazón elige perderse
entre las nubes


La llave que nadie ha perdido


La poesía no sirve para nada
me dicen
Y en el bosque los árboles
se acarician
con sus raíces azules
y agitan sus ramas al aire
saludando con pájaros
la Cruz del Sur
La poesía es el hondo susurro
de los asesinados
el rumor de hojas en el otoño
la tristeza por el muchacho
que conserva la lengua
pero ha perdido el alma
La poesía, la poesía, es un gesto
un sueño, el paisaje
tus ojos y mis ojos muchacha
oídos corazón, la misma música
Y no digo más, porque nadie
encontrará
la llave que nadie ha perdido
Y poesía es el canto de mis
Antepasados
el día de invierno que arde
y apaga
esta melancolía tan personal.


La luna puede tener tu nombre

Tu cuerpo es la naturaleza, me dices
pues el día de la despedida
me salvaron los árboles del parque
Tal vez nunca podré hablar de tus visiones

       al otro lado del oeste
porque mi pena es como el ruido terrible
de la bomba de Hiroshima
No sé, te digo. Yo estoy aún mirando
a mis antepasados muertos
sobre nuestros campos de 1883
En el homenaje a la vida
sin duda, ambos dirían lo mismo:
       Silencio
El silencio sagrado como pasos
       sobre le bosque
  Atardece y la llovizna se detiene

       en mis palabras
en el cielo, más allá, en la casa de oro
la Luna y yo, brillando, yacemos
en el ojo azul de una tormenta.




Elicura Chihuailaf (Chile) en De sueños azules y contrasueños, 1995. 

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