Lo que cuenta es el arrojo, me dijo.
El arrojo no es lo mismo que ser arrojada,
cosa que también me han dicho que soy,
ni es lo mismo que arrojarse,
cosa especialmente peligrosa en algunas
geografías
o cerca de ciertos puentes o personas.
El arrojo, pensé, es frágil como un
puente,
frágil como el deseo de la que se arroja
por una persona.
La arrojada se enrojece, la arrojada se
sonroja,
la arrojada a veces no se arroja.
Arrojo y amigo escritas con mi letra se
parecen.
Ser arrojada es una buena cualidad, me
dice.
Yo pienso que acabo de hacer un nuevo amigo.
Yo pienso que acabo de hacer un nuevo amigo.
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