martes, enero 19, 2010

Pequeñas repeticiones

Pasamos un día entero comprando minucias para acomodarnos mejor, negociando lo absolutamente relevante de lo prescindible. Primero fuimos a una tienda de segunda mano cuyas ganancias contribuyen a la Fundación para la investigación del cáncer Marie Curie. Allí, una empleada voluntaria con acento colombiano nos atendió con mucha calidez. En un momento en que trataba de convencer a Moi de comprar un organizador para el armario, él me pregunto, ¿pero y qué pondremos ahí? Ropa interior, camisetas, pantalones, le dije, zapatos, añadió ella, sí, zapatos, repetí. Compramos una vajilla por siete reales para alimentar manadas. Ahora faltan los invitados. Luego fuimos a Camden. Entramos en una tiendita árabe véndolo-todo. Allí conseguimos, justamente, casi todo lo que nos faltaba: ollas, tendedero, vasos, alfombras, organizadores, ganchos, destornillador, cartera para el pasaporte, tupperware, toallas, en fin. Cada vez que el vendedor comenzaba a sumar, le traíamos algo nuevo y se detenía. Cuando por fin terminamos todo lo que sumaba costaba 1. 50. Nos dio mucha gracia la repetición de la cifra 1.50, 1.50, 1.50 y sonreíamos. En un momento en que Moi se fue, el dueño de la tienda me preguntó. ¿new flat, new flat? Le dije, yes, yes, como si todo lo que tuviera que ver con el montaje del hogar se forjara a base de pequeñas repeticiones cotidianas de negociaciones cálidas y sonrisas de complicidad.

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