jueves, octubre 27, 2005

Por cualquier cosa, una comparsa: crónica de un proyecto inconcluso

Salí de una comparsa medieval. Hacíamos comparsas como decir "dale, vamos, en dónde". Durante el 2003, uno de mis oficios era hacer teatro callejero. Realmente era una profesión bastante rentable. Digamos que el problema estribaba en la regularidad, en la frecuencia. Era común hacerlo sin retribución. Especialmente al principio. Si era con fines políticos (inspiramos una encuesta del periódico que decía ¿Cree usted que se deben multar a las personas que hagan comparsas en las vías públicas?") no cobrábamos. Sin embargo, recuerdo haber hecho comparsas diseñadas con motivos específicos. "Este fin de semana, todo el mundo con motivo médico para la comparsa en tal lugar que dicho sea hospital nos va a pagar tanto la hora por promocionarles la sala de cuidado prenatal y quieren una comparsa como la del señor ése de la película, sí, Patch Adams". Otras veces, corríamos las calles del Viejo San Juan en compañía del funcionario de turno. Hasta recuerdo hacer comparsa en la Feria del Hiram Bithorn para ver si les prestaban la carpa de Circo a los muchachos para hacer la obra. Nunca se las dieron, pero hicieron "Morgue sin Pena" comoquiera.
En otra ocasión hicimos una comparsa en un hotel lujoso en el este de la Isla en una feria de mercaderes de sabe Dios qué cosa. Algunos fines de semana fui una de las mujeres de fuego en los conciertos de mis amigos y otras me disfrazaba para que me tomaran fotos y porque me divertía. Extraño esa etapa y la experiencia creativa que significó. En medio de todo escribí Alabalacera, que será seguramente la experiencia más malabarística que tendré de escritura. Después, cuando la comparsa era una filosofía de vida y había dejado de ser la práctica, la cotidianidad histriónica, vino el Oxido del sentido.
En el Midwest, tuve que volver al malabarismo, y comencé a practicar. Esa distracción ha regresado con otro escenario, el de los fríos espacios bucólicos de la universidad. No sé aún cómo repercutirá esto en las tretas literarias, pero ya sé que el sábado me disfrazaré de malabarista. Los que presencien a la chica circense ese día no sabrán que ella realmente estará dando testimonio.
1. Didi maquillándome para concierto de Bayanga, 2003; 2. Lidi Paoli, Claudia y yo en casa de Roy, foto de Libertad Ayala. No recuerdo cuál era la ocasión; 3. Fiestas de la Calle San Sebastián 2004, foto de Libertad Ayala; 4. Didi maquillándome, otro ángulo.

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