domingo, octubre 30, 2005
Charrerías de ciclista solitaria
jueves, octubre 27, 2005
Por cualquier cosa, una comparsa: crónica de un proyecto inconcluso
martes, octubre 25, 2005
Iconoclach
Rocío incrustado en la carne
Insertadas espinas por la venas
Flor trémula que palpita hambrienta
Con pedazos de mí,
edifico a un ser atónito
que busca respuestas
en su propio cuerpo
descalzo.
Lo hallado nunca
será el ruido de una máquina,
El libro alimentará la nada
como el pájaro escoge al frío
No osará nadie
usurparle al viento los cuartos vacíos
Se articula el zigzag de las posibilidades:
lo el el el no al
Luego los impares: nunca nada nadie
Ahora los pares: atónito cuerpo máquina frío vacío
Entonces los verbos infinitos: hallar ser alimentar escoger osar usurpar
Y me reconstruyo:
Hallo en el frío
los ruidos de nadie
Soy atónita
quien alimenta el vacío
Oso para usurparle
el cuerpo a la máquina de nada
Nunca escoges
domingo, octubre 16, 2005
Amarga tras la muerte (poema escrito por Mujer 1)
Sobre el suelo
desnudo
tendiste tus miembros
Telaraña de piel
con pisadas
sedientas
De haber sabido
que, después del hambre,
ventana: jamás
Porque nunca fuiste
nombre
sino puerta
redonda llena
de palabritas
grises
Azulejo de espinas
Fragmento del texto "El encuentro con Amarga", disponible en De Trasmano de la semana del 20 de octubre de 2005.
El encuentro con Amarga
miércoles, octubre 12, 2005
Resaca de la balacera
lunes, octubre 10, 2005
La guiñada, instead
no convertirme, al verte, en perro, de alegría.
S. Ocampo
I.
yo sé que tú lo haces a propósito para que yo te odie como una pelotita de acero.
yo sé que por eso lo haces
imaginarme con los ojos
enganchados en la vitrina
o
lo que es más probable
que gire la cabeza con insistencia hacia el cristal
que todas las cabezas
posiblemente son tú
y no
esa maldición que cae sobre quien espera
cadera contra esquina
es una mesa quien se impone
el pensamiento es tomado en las manos de agua del pensamiento mismo
por lo que se revuelca
un breve: estoy
sólo por ese cantacito que uno se da
que mueve hasta las sillas
las cambia de espacio
II.
pide uno café
pregunta por ti
inquiere al más guapo
o al menos profesor
que jamás
y siempre
son lo mismo
III.
si tú me matas porque yo no aparezco
si tú me lo juras que me matas
yo voy
aparezco
por el asesino
por tenerlo a solo pasos
si caminamos
solo a centímetros
tú sabes que todo esto cuando camina hace vibrar la zona entera
que cuando camina todo esto
las caderas son una maquina que se rompió
y choca con la otra
cadera
o el espacio del asesino
que sos
me desplazo
IV.
a pedro lo compro a quince dólares
me arrepiento
salgo de la librería después de firmar el papelito escindido
y me arrepiento
porque los libros usados se venden
justo en frente
(fuck!)
creo que me nace una arruguita
observo que la calle
cuando el calor se me planta
homicida
y me busca
me traspasa
se alarga
y muchas caras
como árboles por una vereda
(uy quejeso?)
aparecen
aparecen y son siempre cosas que cambian cuando las miro
hacen la metamorfosis ahí frente a mi cara
cabrón
ni siquiera sobreimpongo tu rostro en el de cualquiera
ni siquiera capto para mi pared
una foto transeunta
de alguien
a quien llamare tú
yo solo busco un rostro
uno solitario
V.
pasa que hago todo esto para dejar que las horas se tiren por la borda
y que la calle
las librerías
la librería
el intento de encuentro
las personas
sean la embarcación de mi sueño en el que el mar se detuvo
bueno
me explico
se alzó el mar como una corona
desde donde veía la escena (a pesar de ser desde un barco) el mar se veía a vuelta redonda, y se alzó, como una gota que cae sobre el charco y lo levanta y se une inevitablemente, y ahí quedó el mar paralizado, arriba, medio arriba, y se veían los piquitos
como una trampa de oso abierta
no era yo el personaje que entra
VI.
busca
se sienta
se incomoda
están todos
nadie sabe que busca
se regresa a su apartamento afligid@
llego a casa
y no te llamo
y no te escribo
espero
VII.
¿o es que no quieres escuchar cuando te digo jau?
José María Lima, ignoto
En el 1954, publica sus primeros poemas en la revista Universidad, a cargo de Juan Ramón Jiménez, quien le escribe las líneas que luego fungen como epígrafe al poemario: “José María Lima, es usted un verdadero poeta, y me alegro de haberlo sabido por mí mismo”[iii]. Del 1958 al ‘62, se destaca como prosista del diario El Mundo. Durante esta época, partió para Estados Unidos, donde realizó un año de estudios en arquitectura, otra de sus pasiones, en Harvard, pero se traslada a Berkeley, finalizando estudios de maestría en matemáticas.
Activo en recitales de la escena cultural del sesenta, publica con la poeta Ángela María Dávila, su esposa en aquel entonces, el poemario Homenaje al ombligo. Este libro híbrido, con ilustraciones y poemas de ambos escritores, fue una edición muy singular de tan solo 150 ejemplares.
Como pieza casi mítica en los anales de las librerías de segunda mano del país, el texto, que honra la filosofía de Mallarmé relacionada con la noción del libro como pieza artística, marca el estilo que prevalecerá en las publicaciones del escritor.
En la década del 70, Lima se desempeñaba como profesor de matemáticas de la Universidad de Puerto Rico. En 1982, se publica por primera vez el texto que presenta la obra poética de 30 años del autor. Joserramón Melendes se dio a la tarea de editar la obra de José María Lima, inédita durante treinta años. La sílaba en la piel (Qease, Río Piedras) es el producto de este trabajo editorial, con textos y dibujos de Lima de entre las décadas del 50 al 80. En 1996, en entrevista con el periódico Claridad, el poeta afirma ser “maniaco-depresivo, bipolar. Pero no surrealista”, cuando el periodista lo exhorta a que señale “alguna otra cosa vital”. En el 2001, Cuadernos La Torre, de la editorial de la Universidad de Puerto Rico, publica Rendijas, libro que recoge una muestra considerable de la obra de José María Lima, incluyendo sus trabajos más recientes: Poemas de la muerte y Penúltimos poemas. Hoy en día, a la edad de 71 años, José María Lima está retirado y vive con su familia.
[i] Acevedo, Rafael. “Quiero pistas, Señora, no sea que me asuste” (Entrevista a José María Lima). San Juan: Claridad. 22-28 de noviembre, 1996: 15-17
[ii] Martínez, Jan. “José María Lima, poeta surrealista”. Revista del Instituto de Cultura. San Juan, PR: Enero-Jun 2002: 18-25.
[iii] Lima, José María. La sílaba en la piel. Río Piedras: Qease, 1982: 13
[iv] Acevedo, Claridad, 16.
[v] Martínez, Revista ICP, 19.
[vi] Acevedo, Claridad, 16.
Imágenes: Superior derecha, ésta era la foto que acompañaba la columna de Lima en El Mundo; Segunda izquierda, Eugenio Granell, pintura titulada "El poeta llega al sitio del árbol y de la muerte"; Tercera derecha, foto tomada por Casenave, el 10 de septiembre del 1965, durante las protestas entre el frente anticomunista y los opositores; Medio, foto tomada por Eddie Figueroa, con pegatina que dice "Fuera Lima y el comunismo", pegada en alguna calle de Santurce el 26 de enero del 1963; Lima en el 1982, cuando salió su libro "La sílaba en la piel", foto de El Mundo que leía "Devolver a Gloria Borrás".
Nota: Está prohibida la reproducción total o parcial del texto o de las fotografías. Sólo están disponibles para propósitos de la autora.
domingo, octubre 09, 2005
Ofelia
fragmento "ofelia", alex j. garcía
La saya
con los cuerdos,
hilo cárdeno
Ciertas yagas se descosen
al lamer
lo innombrable
Cruzas los ladrillos
sin los ojos puestos
Un hipódromo hubo:
obstáculos en el camino,
hace falta
la foto de prueba
Di la verdad,
se queda puesta
la ropa,
fluorescen luces
como al otro lado del aeropuerto
Cae, del florero,
la sed
y moja la saya
Cae, de la mesa,
un elogio
erizando el ruedo
Cae, la cerámica
El agua moja,
la herida se deshace
No sabía que el hambre
respiraba en la despensa
ni que el aire
alimentaba penas desoladas
La calle está vacía
Estaciona
y subamos al arpa
en la orilla
Así no nos diremos:
nunca visitamos
los jardines interiores
sólo la noche
en que el piano se tocó solo
La cerveza quiere que me invites
antes de montarme
chubasco
Azecino
Colaboración de LA SECTA DE LOS PERROS para OHDIOSAS
Esta tarde azuceno la gran crónica de tu cuerpo:
Demostrar que efectivamente el ser es todo.
Pero si el ser es la distancia entre la lámpara y la luz
(tu Mirada un poco dirigida al suelo)
nada justifica llamarlo todo.
No es necesario aprehenderlo.
Ésa es la misma distancia que queda entre el conocimiento y la realidad.
Yo te conocí (en un sentido bíblico)
y queda desde entonces esta cierta claridad
que se asoma a veces en explicaciones geométricas.
Esta tarde la cena azul es crónica del cuerpo:
pasaron por alto las verdades de la mitología,
hay un sentido común que nos hace humanos, demasiado, quizás,
a pesar de la salivación de verte.
Ese es el modo natural en el que intervienen los dioses,
gravando en el sudor sus insoportables presencias.
Orientar la razón es una joya de la vanidad.
He de ser humilde.
Has dejado tu impresión en mis sentidos pero no entiendo nada.
Tiendo, más bien, a aceptar la posibilidad de otras leyendas.
Si la diversidad del mundo se debe a los gigantes que poblaban la tierra,
entonces tu pequeña figura es el axioma
de que el saber es una luz que se distancia del origen, como el calor del fuego.
Esta azucena es el cuerpo de tu crónica:
El olfato es la manera de recuperar la memoria.
Aroma de eternidad, brevemente.
Estabas dura y lo concreto es un ejemplo de la idea.
Dura, tu carne –suave la piel- huele a tradición sin origen.
El relato, entonces, no ambiciona fundar una hoguera.
La crónica participa del sabor y la sensación tibia del instante
y si hablara de tu sexo sería una forma de expresar el mundo.
El alma es una prenda de la vanidad o no sé.
Ceno:
Comerte lentamente hacia la transformación,
con la misma velocidad de la huida de los siervos de la tierra a la ciudad
(y saber, amarga y dulcemente, que el viaje no es eterno ni invariable).
La historia universal no siempre existió.
La crónica que azuceno en tu cuerpo tiene esplendor, desalojo y asilo.
Esa que abrazo ahora hasta el sudor es un resultado. Estoy hablando solo.
Hambruno:
En los comedores se dice
que las necesidades de los hombres y mujeres de todo el planeta son similares,
como una gran fábrica universal.
Pero el producto de mi sudor es ajeno a ese sentido de la historia.
La astucia de usar mis dedos en público hasta remediar la humedad de tu crónica
era la posibilidad de una historia íntima, que buscaba rincones oscuros
para acabar con el prejuicio iluminista.
Allí, como una lámpara, una especie de azucena con especias.
sábado, octubre 08, 2005
Mikaela, por los pliegues de Arantza
Su hermana Mikaela se encargaba de enrollar los hilos en las bobinas de la máquina. Se dedicaba a esto desde la muerte de su último prometido. Murió electrocutado tras lanzar una colilla sin mirar hacia atrás en el casino del pueblo. Pegado a un cable.
Mikaela era costurera desde mucho antes de que se muriera su primer prometido, quien también falleció, aunque por circunstancias distintas, cayéndose del caballo en el que subía a visitarla al barrio. Había sido éste quien le había conseguido las postales con las pinturas de ese tal Egon Shiele. Según me contaba mi tía abuela mientras leía las cartas en la mesa del comedor forrada con un mantel de plástico y con un jarrón relleno de flores de seda, fue en un muelle del puerto de San Juan donde Isaac le compró a un marino europeo unas valijas forradas de terciopelo floreado. Al dárselas le dijo que bien se las regalaba para que con la pana hiciera uno de sus cotizados corpiños o para que tuviese dónde empacar el lingerie durante la luna de miel.
La habitación de Mikaela parecía empapelada con las láminas de las pinturas de estas mujeres con vestidos puestos, pintadas por el vienés. Las postales las encontró dentro de un sobre lacrado en el interior de la maleta con una dedicatoria que leía: “À Arantza, pour les plis de ta jupe”, firmada por un tal Deleuze. En las ilustraciones se leía claramente la firma del pintor, quien inscribía en una caligrafía de trazos geométricos “EGON SHIELE”. Detrás de alguna de las láminas estaba el nombre completo del pintor y sus fechas: Tull 1890- Viena 1918. Pensó que la vida de un gran pintor no está en las manos de Saturno, y poco después murió su primer prometido, a la edad de 28 años.
Ella antes anhelaba que algún día una de sus creaciones transmitiese la intensidad de los vestidos de las mujeres en el empapelado. Pero, desde que pasó lo del casino, dejó de coser y se concentró en la faena de enrollar los hilos en las bobinas de la máquina.
Recuerdo un incidente con el gato de la Tía Mika, como le decíamos los sobrinos-nietos. Fue justo antes de él morir y poco después de yo nacer. Gateaba por el balcón de la casa a la orilla de la playa, mientras mi abuela cosía en la Singer corroída por el salitre el traje de novia de la hija de una ex monja, rojo con brocado en hilo de oro, cuando me topé con unas grandes, amarillas y brillantes flores de Canario. Quería que el gato se las comiera y para demostrarle al gato lo buenas que estaban me las comí. Cuando mi abuela se volteó a ver qué hacía, salían pétalos de mi boca. Lo siguiente fue mi primer lavado de estómago. Cordones, retazos de telas, cremalleras, rollos de hilos, todos los materiales estaban al amparo de Deleuze, nombre con el cual Mikaela bautizó al gato que mi abuela le obsequió tras la muerte del cuarto de los prometidos difuntos, que también fue el último.
Pensé en mis veranos en la playa tan pronto me dijiste que te estabas quedando ciego. Luego de tantos años de coser sobre la arena blanca vestidos de terciopelo floreado y de hilvanar agujas bajo el candente sol del mediodía, también yo podría perder la vista. Esa extraña enfermedad que padeces parece obra de un genio maligno, si es que efectivamente se van eliminando los colores hasta sólo identificar el azul en las cosas, para luego sucumbir como arrastrado por un golpe de agua.
Inventaremos una forma para que identifiques los óleos en la paleta. Me dices el color y yo te paso el frasco. Incluso podrías hacer tus obras en distintas tonalidades de azul: añiles, plomos, marinos. Hasta que yo también me quede a oscuras. Entonces, oleremos juntos los cromos y ensartaré agujas con el tacto. Lo importante es seguir enhebrando, aunque sea otro quien hilvane.
De Trasmano Claridad.
Iré, mi ahijado: conversación telefónica
Caimanes
es el teorema
de un viaje
inconcluso
Esa manera tuya
de inundar
los ojos es
contagiosa
Para saber el pan
sólo hay que saber
algunos nombres
y muchas formas
de decirlos
el tuyo
es un abecedario
de hornos
esa manera tuya
de habitar los goterones
en la ventana del tren
es un preludio
un síntoma inevitable
de que a las afueras
también hay caimanes
en las urbanizaciones
Io
Que me mire con sus ojos
Así de abiertos
Me hace sentir como una corderita
Balo
II.
Releo ese poema de Carson
Sobre la turista en Roma
Ana se cambia el nombre
Espanta a los perros
Conduce como una guerrillera
III.
El duerme sin cerrar la mirada
Como si tuviese cuarenta y cinco ojos
Y sólo durmieran dos a la vez
IV.
En la isla, nadie
-Renuncio-
V.
Prendo una vela
y la pongo encima de su foto
Roma está llena de gatos
VI.
Luego fuimos egipcios
es una ironía
VII.
Si pudiera robarme un cuadro famoso:
Que sea Cronos devorándose a los hijos
-De Goya-
Sólo porque tienen un trasunto
ustedes
Dúo dinámico
Vania hace acuarelas llenas de multitides. Vigente en su obra desde hace cuatro años, las multitudes esparcidas son un motivo que ha madurado y, en esta ocasión, en espacios citadinos inspirados en ciudades tales como Brasil, México DF, Puerto San Juan, Puerto Morelos, entre otras, equivalen a “un diario de experiencias”.
Ambas artistas coinciden en que la ciudad caótica está ligada al accidente, el accidente fragmenta el espacio de la ciudad y, paradójicamente, lo ordena. “Juego con el accidente, lo abstracto es la excusa”, se delata Vania con gran vocación lúdica. Consciente del choque cultural que significó mudarse de su idílico pueblo caribeño en Quintana Roo a la caótica capital mexicana para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas de la UNAM, la artista relata, “cuando me mudé del trópico a la ciudad de México, veía demasiada gente en el espacio”.
En conjunto, la vocación mosaiquista de Yuán queda de manifiesto precisamente en sus gustos, que incluyen artistas de disciplinas, épocas y estilos distintos a manera de un gran mosaico intelectual. ¿Sus influencias? Gaudí, la tradición italiana, Miguel Ángel, lo impresionista y expresionista. ¿Su movimiento favorito?: el cubismo de Braque y Picasso. A nivel literario, Julio Cortázar es su modelo, pues Rayuela, describe la novel artista, es “un mural de mosaico”.
Vania Lozano hizo muchos de los dibujos del interior de mi libro Alabalacera, que saldrá algún día venidero con Terranova Editores y, junto a Yuán, hicieron un graffiti inspirado en el poemario. Está localizado en La Perla, San Juan, Puerto Rico.
Ilustración superior: Vania Lozano
viernes, octubre 07, 2005
María Soledad
Ella se fue al otro extremo del continente y aun así, es como si la llevara en la mochila, aunque es bastante alta y eso es un imposible. Nos veremos el verano que viene en Brazil, pero nos vemos a menudo gracias a los webcams.