sábado, diciembre 31, 2005

Tres poemas de fin y comienzo de año

Velocidad del árbol


el árbol es la distancia entre el eco y su sombra


1.
Si te persiguiera con la velocidad de un árbol
qué pasaría, qué llegaría
a esa sombra que te alude que te elude y que te nombra
dónde estaría con el calor de un silente cazador

Si te huyera con la velocidad de un árbol
dónde hallaría la fruta con sabor que arde
con qué luz si la sombra alumbra como una madre

Si te respirara con la velocidad de un árbol
me quedaría a oler el sándalo,
hablaría con las voces del relámpago en la copa.

qué empezaría
qué terminaría

2.
Acércate, trata de escuchar esa madera,
esa melodía sin preguntas
una palabra enorme labrada de tierra
oye madera, madera oye
el cuerpo de flautas y flores
dale oreja al rumor de cántaros
el metal del viento, de pájaros
de vuelo lento,
oye madera, madera oye
caracol de aire que silba entre las ramas
su verde caballería de hojas que llama.

Déjales el eco con tu silencio de semilla
duerme debajo de su sombrilla
oye madera, madera oye
el tejado del árbol, sus ventanas
la madera es luz
es luz sembrada.



Rafael Acevedo. Cannibalia.


El tigre

En memoria de George Open


En San Francisco, ese invierno,
había una tienda pequeña y oscura
llena de Budas adormecidos.
La tarde en que entré
nadie vino a recibirme.
Me quedé parado entre los sabios
como si tratara de leer sus pensamientos.

Uno era enorme y hecho de piedra.
Otros eran del tamaño de la cabeza de un niño
y tenían manchas del color de la sangre seca.
Incluso había algunos no más grandes que un ratón
y parecían estar escuchando.

“Los vientos de marzo, negros vientos,
los arenosos vientos”, escribió el poeta muerto.

Al atardecer su calle estaba vacía
excepto por mi larga sombra
abierta ante mí como tijeras.
Estaba su casa donde conté la historia
del soldado ruso,
del que parecía chino.

Yacía herido en la cama de mi padre
y le llevé agua y fósforos.
Por eso me dio un pequeño tigre
de marfil. Su boca estaba abierta por la furia,
pero no le quedaban rayas.

Recuerdo la noche que le pinté
de negro los ojos, la boca de rojo.
Mi madre me sostenía la lámpara,
preocupada por la suerte
que esta bestia podría traernos.

El tigre en mi mano gruñía suavemente
cuando estábamos solos en la oscuridad,
pero cuando acerqué mi oreja a la puerta del poeta
esa tarde, no escuché nada.

“Los vientos de marzo, negros vientos,
los arenosos vientos,” escribió una vez.


Charles Simic. Hotel Insomnio*
* Traducción de Lupe Arenillas



Lamento del replicante

All those moments will be lost in time like tears on the rain. Time to die.
Blade Runner


Después de las intervenciones, el paciente se siente.
Posee dos brazos y dos piernas.
Intenta evadir a las fieras una y otra vez,
pero halla una carta trapeada
en medio de todos los caminos.
Tiene una boca que balbucea cuando emite palabras
y los ojos, qué podría hacer sin la dicha de ver
como se lo dictan sus dioses.
Tiene una espalda sobre la que se tiende
Para aliviar la injuria suave de los días
y la piedad es un vocablo humano que se permite el cuerpo,
un manierismo prosaico,
que en los momentos más inusitados
recuérdale que existe el mar.

El corazón no le basta para sostener
un cuerpo acariciado para siempre
con la punta del roce de dedos inexistentes.
Los ojos eran dos túneles de viento
queriendo desafiar el momento
en que los deslumbrara la muerte;
la boca era una herida cascada de guayabas.
Lo demás es el oído, temblando,
tensado para el salto, olvidando a aquel tigre
de la floresta espesa en una selva demasiado verde, musical.
Las pezuñas veloces se hundían precisas
sobre la jungla o la marisma,
evadiendo las trampas de los cazadores
y queriendo aprender el principio del vuelo
que conformaba el arco del ala de algunos pájaros.

Nadie más que yo pudo guardar esa virtual memoria
de un cuerpo hecho para dos besos: nacer, morir.


Aurea María Sotomayor. Diseño del ala


3 comentarios:

  1. Anónimo4:06 a.m.

    existe charles simic o es una creacion de arenillas? a los otros dos, si, los conozco. poetas viejos.

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  2. Anónimo6:48 p.m.

    Rafa Acevedo es el que está bueno...

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  3. Muchísimas gracias por las sugerencias. En tu blog acabo de leer el poema Velocidad del árbol, de Acevedo, y es realmente deslumbrante.
    Supe que está prevista la edición de Tropicalia... en Brasil, para este año.
    Ya agregue los excelentes ohdiosas y Derivas a mi lista de vínculos.

    Saludos desde Brasil

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