La nada nombra la distacia imperceptible, puesta en duda pero renovada, entre la presentación como estructura y la presentación como presentación-estructurada, entre lo uno como resultado y lo uno como operación, entre la consistencia presentada y la inconsistencia como lo-que-habría-sido-presentado.
Naturalmente, de nada serviría salir en busca de la nada. En esto se debilita la poesía-es necesario decirlo-y, hasta en su más soberana claridad, en su afirmación perentoria, la hace cómplice de la muerte.
En El ser y el acontecimiento. Alain Badiou. Manantial, (Buenos Aires 1988): 69
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