Llevábamos el futuro
junto al bolso del mate.
Nada hay como escribir
una palabra con su orden.
Ni como pronunciarla
con la blusa perfecta. La ventana
que nos conduce a los ceniceros,
los ceniceros que duermen
a la intemperie. Todos
los muebles que caben
en una casa como un párrafo.
Vimos algunas cigarras muertas.
Murieron antes de unirse
al coro de septiembre. Una estaba
en medio del camino y la otra
en una escalera.
Los abanicos solo estuvieron
apagados lo que tardan dos voces
en agacharse.
(agosto, 2007)
divino. casi no te reconozco en la escritura (en los emails sí), pero me encanta el giro.
ResponderBorrarme encantó este poema!!!
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