jueves, abril 23, 2009

Reporte: El museo Trotsky
A Rafah A.
Verano 2008
México, D.F

El museo Trotsky queda en la avenida Churubusco. Crucé un puente y tuve vértigo. Todo desembocó en estornudos descontrolados. El museo comienza con una galería de fotos. Un círculo lleno de trotskys en distintos momentos de su vida da la bienvenida a la sala. El patio de la casa tiene banquitos y arbustos pequeños. Aún conservan los gallineros de Trotsky pero ya no tiene gallinas. En él hay un placa en recordación del guardaespaldas gringo que traicionó a Trotsky abriéndoles la única puerta de la casa a los pintores liderados por Siqueiros que intentaron asesinarlo por primera vez. La placa lee: "In Memory of Robert Sheldon Harte, 1915-1940, Murdered by Stalin." Según supe, el mismo Trotsky comisionó la placa, cuando dos semanas después del intento de asesinato encontraron el cadáver de Sheldon. El único que salió herido aquella vez fue el nieto de Trotsky, con un balazo en el pie. La casa es pequeña y sencilla. Del estudio de Trotsky me encantó ver los cilindros y los rodillos de cera del ediphone original, en los que grababa y almacenaba los textos. Qué instrumento tan raro para pensarlo como artefacto de uso doméstico. Me molesta un busto gigante de Trotsky en la misma sala. Me molestan los bustos. La pared de la casa tiene los balazos del primer atentado. En la mesa del estudio tienen un piolet (hacha de hielo) similar  al que usó Mercader cuando mató a Trotsky. El tal Mercader para matar a Trotsky fingió un romance con una de las seguidoras más cercanas del grupo. ¿La habrá engañado o se habrá enamorado realmente de la chica? En las citas al pie de las fotos de Trotsky con Diego Rivera hacían alusiones oblicuas a la trama afectuosa que los separó, tales cómo “después del rompimiento entre Diego Rivera y Leon Trostky…”, sin nunca dar detalles. La omisión corresponde al tono institucional de los museos que de alguna manera reproduce las prácticas de los discursos históricos tradicionales. Aunque me gustó mucho el museo y la galería de fotos, algunas, las que se prestan mejor para la construcción del héroe político, como del Trotsky alimentando las gallinas, se repiten innecesariamente. También, Natalia, la viuda, vivió veinte años tras la muerte de su esposo y sin embargo casi nada hay sobre ella, o sobre lo que hizo políticamente en esos años. Además de todo lo relacionado a Trotsky, había una sala galería al comienzo del museo, con pinturas naturalistas nada interesantes.

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