lunes, enero 28, 2008

Hoy llegaste debajo
de la lluvia.
Al abrir
la puerta
nos dimos un beso.
Te preparé un té.
Sentados en la mesa
éramos amigos.
El carro en el que fuimos
al pasado (ese lugar
sin tiendas) donde
vive la gente más linda
que conozco, nos arregló
la mirada cómplice,
adornó de algo lo que era
exactamente igual antes
del viaje. Entonces
comprendo que viajar
con alguien, sin importar
lo breve del camino,
tiene dos alternativas:
una que une y otra

que desata.

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