lunes, mayo 31, 2010


El pueblo al que iba su grupo de poetas canceló a última hora. Rebeca fue reintegrada a la distribución aleatoria del grupo que me habían asignado. Desde entonces sé que es en la parte no pleneada de los festivales de poesía que ocurren los verdaderos encuentros. Así conocí a Rebeca Yanke (Bilbao, 1978) en México hace tres años y desde entonces nos hemos vuelto a encontrar en tres lugares: Madrid, Ann Arbor y Barcelona.

Su poemario, Infinitos corpúsculos (Colección Puerta del Mar, 2010), acaba de ser publicado en España. Es un libro que compila poemas que había tenido el gusto de leer en el blog donde la también conocida como u minúscula publica regularmente. Incluso en otro momento puse algunos de los poemas que salen en el libro. Rebeca es periodista en el diario español El Mundo y, además de en su blog, escribe en la página cibernética Los Noveles donde pueden encontrar sus Terapias musicales en las que hace entrevistas a escritores.

Me alegra saber que fue gracias a mis plataformas y a mi visita a Madrid que Rebeca llegó a la poesía de Julia de Burgos. Aquí un poema del libro que testimonia el entrecruce de las rutas:

CRECIDA, QUIERO DECIR, PERDIDA
he salido a la hierba esta madrugada,
creo que quería convertirme en brote,
como la poeta julia de burgos,
y olvidarme de todos los hombres.
llevaba una capa prestada y un jersey
gris por todo abrigo, las botas con la
cremallera bajada, los pantalones caídos
y he visto estrellas. si hoy hubo nubes,
¿mañana (cuándo eso sea, por todos los
dioses) hará sol? después subí deprisa
unas escaleras, me desprendí de todo,
bebí agua en desnudez (creo que es lo
que mejor sé hacer) y perdí la respiración,
pero eso que me nombra y enumera me
latía. sigo viva. leo a derrida, blanchot,
deleuze, auge, jesuschrist (esto no forma
parte de la enumeración), ¿alguien tiene
a mano algún poema de Picabia?

Sí, celebro esta publicación porque creo que Rebeca es una escritora increíble (que quiero y admiro, amiga y poeta), pero más me alegro de que el mundo disfrute la rareza poética de su lenguaje. Enhorabuena, Yanke. ¡Fiesta fiesta!