miércoles, noviembre 27, 2013
lunes, junio 17, 2013
Vientos alisios
Vientos alisios: muestra
de poesía puertorriqueña actual. Edición 179 de la revista Punto de
Partida. Selección y presentación de Nicole Delgado y Mara Pastor.
Ilustración/collages Lorraine Rodríguez.
EDITORIAL
EDITORIAL
Carmina Estrada
DEL ÁRBOL GENEALÓGICO
Poemas / Manuel Ramos Otero
VIENTOS ALISIOS 2001-2013
MUESTRA DE POESÍA PUERTORRIQUEÑA ACTUAL
Presentación / Nicole Cecilia Delgado y Mara Pastor
Kattia Chico
José Raúl González, "Gallego"
Emanuel Bravo
Urayoán Noel
Chloé Georas
José Miguel Curet
Guillermo Rebollo Gil
Xavier Valcárcel
Rubén Ramos
Yara Liceaga-Rojas
Margarita Pintado-Burgos
http://www.puntodepartida. unam.mx/
http://www.puntodepartida. unam.mx/images/stories/pdf/ pp179.pdf
DEL ÁRBOL GENEALÓGICO
Poemas / Manuel Ramos Otero
VIENTOS ALISIOS 2001-2013
MUESTRA DE POESÍA PUERTORRIQUEÑA ACTUAL
Presentación / Nicole Cecilia Delgado y Mara Pastor
Kattia Chico
José Raúl González, "Gallego"
Emanuel Bravo
Urayoán Noel
Chloé Georas
José Miguel Curet
Guillermo Rebollo Gil
Xavier Valcárcel
Rubén Ramos
Yara Liceaga-Rojas
Margarita Pintado-Burgos
http://www.puntodepartida.
http://www.puntodepartida.
jueves, mayo 02, 2013
¿Por qué ahora la palabra Kalahari?
¿Por qué ahora la palabra Kalahari?
Ha surgido de pronto, inexplicablemente...
Kalahari, Kalahari, Kalahari.
¿De dónde habrá surgido esta palabra
escondida como un insecto en mi memoria;
picada como una mariposa disecada
en la caja de coleópteros de mi memoria,
y ahora viva, insistiendo, revoloteando ciega
contra la luz ofuscadora del recuerdo?
Kalahari, Kalahari, Kalahari.
¿Por qué ahora la palabra Kalahari?
Fragmento del poema "Kalahari" de Luis Palés Matos en el Tuntún de Pasa y Grifería, 1937.
domingo, abril 21, 2013
Ilustración de Juan Carlos Mestre (Agua tinta). |
Hay un niño escondido dentro de un bote.
Tiene el pelo como el Principito pero ha explotado las pisadas de un puñado de
cachorros. Ha hecho llorar a las niñas de los buenos vecindarios. El niño
naufraga de todo. Se llena el interior de la barquita con su propia sangre como
de la herida de su madre que lo defiende con la boca destrozada. El niño llora
la muerte de su hermano y se pregunta la diferencia entre el dolor y el
dolor. En el interior de la barca su
capucha es una escafandra que lo sumerge en la profunda luminiscencia de lo
vasto. El niño se ve niño siguiendo al hermano a comprar dedos de novia. Calla
el niño dentro del bote y suplica porque Sherezada distraiga a todos los
periodistas a las afueras del navío encallado. El bote es una tumba. Encierra
el calor que percibe el helicóptero con sus ojos infrarrojos como un buitre al
acecho. Arrasado por tanto amor y tanto odio, siguiendo el rastro de la sangre
del hermano, te imagino niño queriendo morir en la camilla fría de un hospital
público custodiada por monstruos marinos.
sábado, enero 19, 2013
Adiós
Le dije que creía
en Dios y se asustó. Le dije que había sido
criada en la
iglesia protestante.
Ella me preguntó
que si ya se me había pasado. “El qué”,
le respondí. “You
don’t really believe, right?” Y yo le respondí con un
“hell yeah, I
believe”. Me miró como si hubiera visto
al demonio.
Sonreí. Los ateos a
veces pecan de cobardes.
India criada en
Nueva York. Me hablaba de reencarnación
y hacía círculos
con las manos. Descreía de todo.
“Soy un sujeto político”,
decía orgullosa. “Soy un sujeto
construido desde la
política”, y movía las manos, ya no en
círculos, sino como
si estuviera echándose fresco. Yo la miraba
y pensaba en lo
bonito de sus ojos tan oscuros, tan llenos de
ceniza, de ruina,
de viaje.
Yo quise
escandalizarla. Quise hablarle de la vida,
de lo eterno, de la
fe, de los granos de mostaza, del odio,
de las guerras, de
las plagas, de la poesía, del mar, del mar,
del mar.
Ella se levantó
entre enojado y decepcionada. Se llevó
el refresco que se
estaba tomando en la mano, y me dijo que
adiós.
Adiós.
Yo la vi, hermosa y marrón, dispuesta a seguir descreyendo.
De mí y de todos.
Fue ahí cuando la quise mucho.
Sus piernas eran dos hilos que hacían temblar el universo.
Me quedé sola, mirándola mientras se iba.
Repitiendo con necedad la palabra
Mar.
Ficción de Venado, Margarita Pintado.
La secta de los perros, 2012.
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