domingo, junio 24, 2012


Pasos como redes

Los círculos confluyen en pistas desiguales
amantes como hormigas se encuentran y se pierden
en una red de vórtices simulan
de esplendor o de llanto
un orden por debajo de otro orden
el deseo es el eco de una señal perdida
en las células hondas del pez amanecido
no hay razón que transforme el pulso en beso
sin la pasión primaria de la forma
es necesario el seno y su aureola blanca
los muslos incendiados
la cadera soberbia
hay que mirar los ojos hasta los cucubanos últimos del instinto
después hay que voltear los andamiajes
del abrazo continuo
hurgar entre las nalgas la paciencia
la zona pura donde nace el mundo
en afanes de aceite interesado
y penetrar con calma persistente
los labios lentos de la hora
dejarse irse hasta los elementos intactos de la brama
tantear los puentes del olvido tenue
y cruzar el espacio sinuoso
de la respiración junto al borde
palpar la red tocar ese sentido
de la ocasión que fue para siempre
una y otra vez en la memoria
de una especie dormida
que asume los diamantes sordos de la costumbre
y se mece en el ocio de la pupila diaria
porque lo que se ve es lo que se ve
puede el poeta precisar su vórtices
los círculos la red
nada se abre abrir ya es puerta
en la caverna el frío es una hoja
seca de plomo
acá quedan los cuerpos
lisos bajo el fulgor de la intemperie
el deseo vuelve a ser
el ímpetu del pez hacia su forma



Edwin Reyes en El arpa imaginaria, 1998.